Análisis

Alemania año cero

Un ciclista pasa por delante del estadio del Borussia Dortmund, que volerá a acoger este fin de semana la Bundesliga

Un ciclista pasa por delante del estadio del Borussia Dortmund, que volerá a acoger este fin de semana la Bundesliga / periodico

Antonio Bigatá

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Se reanuda la Bundesliga, sí, pero que no les engañen: no vuelven nuestras competiciones queridas sino que estrenamos o ensayamos lo que la prensa responsable tiene la obligación de denominar El  Fútbol Anormal, un espectáculo televisivo que tendrá bastante de 'reality show'. Alemania inicia este ensayo clínico. Pone sobre los terrenos de juego a 22 jugadores ricos, temerosos, con preparación física y asociativa insuficiente, intentando obedecer una normativa improvisada, defectuosa y no testada sobre los contactos físicos que ellos mismos van a protagonizar y sobre la posibilidad de contagio de enfermedades. ¿Objetivos? Ver que pasa y ensayar si con cinco cambios caen menos enfermos que con los tres tradicionales.

Hay un dato fundamental conocido por todos: el experimento médico-científico se hará sin público directo, con las gradas vacías. Eso dejará en las manos de los realizadores televisivos la posibilidad de censurarnos lo que quieran (como ocurre con las pitadas al Rey en nuestras finales de Copa). Otro aspecto importante, qué harán los manipuladores técnicos para reducir el impacto visual desfavorable del estadio vacío, es una incógnita. Empezaremos a desvelarla en las retransmisiones, ante el televisor. Respecto al valor deportivo de lo que veremos, la equidad de la competición con este tipo de encuentros tan diferentes a los de la primera vuelta, el rendimiento de los presionados futbolistas, ya lo iremos viendo. Una persona como Javier Tebas, presidente de nuestra Liga Profesional, sobre cuyo buen gusto tenemos tantas dudas, asegura que nos gustará.

Un experimento como sucedáneo

Después de oponerse a que la solidaridad económica interna en Europa funcione como en un mosaico federal  ante esta gran crisis social, Alemania nos ofrece este experimento como sucedáneo del fútbol real para que nos entretengamos durante la crisis que viene. No es muy buen momento: por todas partes surgen datos de pequeños repuntes del virus, no nos atrevemos a reemprender la vida de las escuelas pero los gobiernos presionan para que haya pan y circo. Aquí en España, como en otras partes, continuamos discutiendo sobre qué pasa con las competiciones, las clasificaciones, los títulos, los ascensos, los descensos, los derechos sanitarios/laborales/contractuales de los jugadores, el dinero que han adelantado los abonados  para asistir a partidos a los que no les dejan entrar, las escasas garantías médicas sobre si habrá o no más lesionados con el regreso a los campos sin suficiente rodaje.. Pero eso parecen ser  nimiedades para los directivos del fútbol alemán. Ellos mandan y obligan. Se comportan como lo hacían los dueños de la pelota en los partidos que algunos de nosotros disputábamos hace muchos años en los descampados.

Veremos, aunque no sepamos qué veremos. Igual nuestro nivel de decadencia es tan grande que el sucedáneo nos gusta. O igual ocurre lo contrario y empieza una amplia contestación popular. Es tiempo idóneo para gritar y movilizarnos. En relación a la cuestión de fondo, la pobreza que viene, los expertos  de la policía y la Guardia Civil anuncian disturbios y afilan sus porras. Falta por ver si ante ese robo descarado que es imponer el Fútbol Anormal también tendrán que actuar contra los futboleros puristas decepcionados. ¿Resistiremos? ¿Aplaudiremos desde las ventanas a los héroes que nos defiendan? ¿Triunfará el engaño?