El tablero político español

Vox y el covid-19: ¿cambio de piel?

Los últimos movimientos del partido ultra reflejan cómo la formación se halla en construcción permanente

Santiago Abascal, líder de Vox, en un mitin en Ceuta, el pasado octubre.

Santiago Abascal, líder de Vox, en un mitin en Ceuta, el pasado octubre. / periodico

Xavier Casals

Xavier Casals

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Vox ha conocido tres cambios significativos durante la pandemia que han pasado un tanto desapercibidos. Nos referimos al aumento del poder de su dirección, a la atenuación de su discurso económico neoliberal y a su afán de erigirse en el polo de oposición al gobierno, desbancando al PP. Veámoslo.

Todo el poder para la cúpula

En la asamblea general de militancia del partido celebrada el 7 de marzo se reformaron sus estatutos Abascal fue reelegido presidente. No necesitó votación al no tener rival: el candidato alternativo, Carmelo González, no pudo reunir avales suficientes para concurrir a las elecciones y aludió a un “pucherazo” por haberse cometido supuestas irregularidades.

Así las cosas, Abascal acumula ahora un gran poder gracias a la citada modificación estatutaria. El Comité Ejecutivo Nacional [CEN] que preside puede decidir las listas electorales a las Cortes y Estrasburgo, “acordar instrucciones de obligado cumplimiento para todos los órganos del partido” y disolver a comités provinciales que las desoigan si así lo valoran dos tercios del mismo. A ello se suma la eliminación de primarias para elegir a sus candidatos a cargos públicos para evitar que se cuelen “infiltrados”. El resultado es que el CEN tiene un poder sin cortapisas y su última palabra es de Abascal. De forma paralela, Vox ha creado un nuevo liderazgo femenino, el de Macarena Olona, su portavoz adjunta en el Congreso que lleva una mascarilla con la bandera española. Destacó profesionalmente entre 2013 y 2018 como abogada jefe del Estado en el País Vasco y su perfil jurídico ha facilitado se consolidación en un partido que emplea la vía judicial como un método de lucha usual.

El Covid-19 como arsenal ideológico

En este marco, la irrupción del coronavirus ha constituido un arsenal de munición para Vox. Olona ha acusado a China de traer “la peste del siglo XXI” (antes Ortega Smith ya aludió a sus “anticuerpos españoles” frente “los malditos virus chinos”), a TVE de ocultar la “gestión criminal” del gobierno y a este último de aplicar la eutanasia de “la manera más feroz” a ancianos de residencias. De ahí que Vox haya puesto una querella contra el ejecutivo en el Tribunal Supremo por "delitos de imprudencia grave con resultado de muerte". El partido también ha denunciado una pretendida censura en WhatsApp con el coronavirus y ha llamado a sus seguidores a refugiarse en Telegram, lo que amplía su ya gran presencia en las redes: lidera Instagram y Youtube, y está presente en Twitter, TikTok y Gab.

Pero donde más transcendente podría ser el recurso a la pandemia es en la atenuación del neoliberalismo de Vox, ya que el décimo punto de su plan de choque contra el Covid-19 apuesta porque el Estado pague tres meses las nóminas de “todos los trabajadores” y a los autónomos la suma equivalente “al nivel medio de su facturación” de los tres meses previos al confinamiento. Este recurso a las arcas del Estado parece afianzar un “giro social” del partido para ensanchar su base electoral. Tal tendencia se insinuó en los comicios del 10-N y la apuntaló en febrero su propuesta de que todas las familias reciban 100 euros mensuales por hijo hasta cumplir este los 18 años (como hace el ultraderechista gobierno polaco). Se estimó que implementarla costaría 9.600 millones de euros, lo que implicaría adoptar una política fiscal redistributiva de encaje más que difícil con la propuesta voxista de bajar los impuestos al mínimo.

El monopolio de la oposición

Finalmente, Vox parece buscar en su trifulca constante con el ejecutivo erigirse en una suerte de “oposición nacional” que monopolice la protesta contra él. Cuenta con un contexto favorable porque Cs está virando al centro y explora una entente con el ejecutivo, mientras el PP maniobra para que su crítica a Sánchez no erosione su imagen de “partido de Estado”. Por tanto, Vox tiene un margen de maniobra notable para acercarse a esta meta. Pero la gesticulación permanente que ello exige puede generar contradicciones importantes. Lo reflejó el hecho que el 10 de marzo Vox pidió suspender la actividad del Congreso por el confinamiento, pero el 6 de abril 16 de sus diputados lo rompieron para ir al hemiciclo tras denunciar su cierre indebido.

¿Tal proceder aumentará la audiencia de Vox? La respuesta no está clara. Algunos sondeos apuntan que su apoyo podría subir del 15.1% del voto que obtuvo el 10-N al 16.3%, pero otros señalan su caída al 11.9%. En todo caso, los cambios aquí analizados reflejan como la formación se halla “en construcción permanente”.