Salud mental

El poder sanador de la (buena) literatura en tiempos de confinamiento

Los buenos relatos son la forma más eficaz de mantener viva nuestra condición humana y de saber que no estamos solos en nuestro sufrimiento

Una estudiantes de Secundaria lee una novela en su casa.

Una estudiantes de Secundaria lee una novela en su casa. / periodico

Patricia Fernández Martín y Guillermo Lahera Forteza

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En nuestra práctica como profesionales de la salud mental, comprobamos cómo algunos pacientes acuden a los libros como método complementario de sanación. Asediados por la angustia, la depresión o el desamparo, se acercan a las estanterías de autoayuda en busca de pautas, consejos o revelaciones para lidiar con ello. Nuestra pregunta es: ¿puede ofrecer la buena literatura -más allá del género de la autoayuda- un complemento útil a los tratamientos en salud mental? Definitivamente, creemos que sí; y consideramos que esta transición a la 'nueva normalidad' podría ser un buen momento para experimentarlo.

La autoayuda es una etiqueta que abarca obras muy diversas, desde los relatos sencillos que incluyen un componente práctico a los libros-guía basados en “soluciona tu vida en cinco pasos”. También incluye una variante de obras de divulgación científica teñidas de optimismo y gran confianza en la autosuperación. Estos libros suelen ser fáciles de leer, aspiran a llegar a un público amplio y, pese a mantenerse como 'best sellers' en las listas de ventas, no tienen buena fama en el ámbito profesional y científico. Se les critica la infusión de un infantilismo que puede llegar a ser desesperante, su exagerado énfasis en la capacidad para cambiar la propia vida, el uso de recetas vacías de contenido (“sé tú mismo”, “visualiza el éxito”), y la creación de unas expectativas sobre ser feliz y conseguir el éxito que puede derivar en mayor angustia para el lector. Pese a todo, si la gente sigue comprando estas obras, será que alguna ayuda ofrecen.

Historias universales

Pero existe otra literatura a la que las personas enfrentadas con su dolor psíquico pueden recurrir. “La realidad está enferma y necesitamos el elixir de la literatura” dice Martín Garzo. Leer a Shakespeare, Dostoyevski, Henry James, Thomas Mann García Márquez no es un ejercicio de erudición sino, potencialmente, de sanación. El ser humano necesita historias que le pongan en contacto con su parte oscura y postergada, a la vez universal y única. Historias que ofrezcan una conexión con otras personas y culturas, brindando consuelo y legitimando la propia experiencia. Estas historias universales mejoran la comprensión de la naturaleza humana, aumentan la empatía por el sufrimiento de los demás, hacen que el paciente salga de sí mismo, paradójicamente para conocerse mejor. Tal literatura va más allá de las historias de ficción, la poesía expresa vivencias psicológicas sutiles que los lectores también pueden ver reflejadas en sus propias vidas. Sin la buena literatura, “nuestro conocimiento de la angustia y el conflicto sería hueco, nuestra autorrevelación sería unidimensional" (Kottler), y probablemente nuestra capacidad de resiliencia y de adaptación ante esta nueva realidad se vería mermada.

Ya en la infancia, escuchar o leer cuentos aborda una necesidad humana básica de descubrir la verdad, comprender, encontrar una explicación para las experiencias dolorosas e incluso desafiar la injusticia o la falta de significado. Chesterton dice que los cuentos son la verdadera literatura realista. En la vida adulta, el proceso de leer nos resulta útil para reducir el nivel de sufrimiento y de angustia existencial; nos ayuda a dar sentido a una experiencia caótica y a veces indescifrable. La experiencia del sufrimiento psíquico lo es, y -como dice Anatole Broyard- “los relatos son anticuerpos contra la enfermedad y el dolor”. Los (buenos) relatos son la forma más eficaz de mantener viva nuestra condición humana y de saber que no estamos solos en nuestro sufrimiento.

La psiquiatría y la psicología actuales tienen dos almas: la 'científica', basada en el estudio del funcionamiento del cerebro, de los procesos mentales y sus trastornos, de las intervenciones eficaces probadas; y la 'narrativa', basado en la representación coherente de la realidad coconstruida con el paciente, la psicoterapia. Dos almas compatibles y, de hecho, indisociables. Hace unos años, el Reino Unido fue un referente a nivel internacional en la incorporación de la literatura como herramienta terapéutica, con la iniciativa Reading Well Books on Prescription. En España, contamos con el proyecto Lecturas saludables, promovido por la Xunta de Galicia; y recientemente, el Instituto Cervantes mediante Audiolibros Contigo, ofrece una serie de títulos, para disminuir los sentimientos de soledad de los pacientes ingresados en hospitales.

En el mundo poscoronavirus, imaginamos una inmensa biblioteca de literatura universal, incluida en nuestro sistema sanitario, con recomendaciones específicas según la patología, característica o momento vital del paciente, que consuele, acompañe, confronte, interrogue, estremezca o maraville, y creemos que serviría de gran ayuda.