Tribuna

40 años de lucha por el medio ambiente

Ayuntamientos y Diputación nos hemos puesto en primera línea de la crisis de la covid-19, nada ajena a la emergencia ambiental. Y lo estaremos en la pospandemia, aunque para ello reclamamos más reconocimiento institucional y capacidad de gasto e inversión

Fachada de la sede de la Diputación de Barcelona

Fachada de la sede de la Diputación de Barcelona / JOSEP GARCIA

Núria Marín

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La Diputación de Barcelona tomó, hace justo 40 años, una decisión pionera, innovadora y valiente, al crear el primer servicio de medio ambiente en una administración pública de España. Fue una decisión política que marcó el camino que siguieron a continuación el resto de instituciones. Aquel embrión de lo que hoy es la estratégica Área de Acción Climática ha tomado cuerpo y conciencia en este tiempo y acumulado un amplio 'know how' que sitúa al mundo local al frente de la lucha contra el cambio climático y en la reconstrucción de una economía poscoronavirus más verde y circular.

Hace cuatro décadas, los primeros ayuntamientos democráticos nos enfrentábamos a multitud de retos. Entre ellos, un conjunto de urgencias ambientales, como el cierre de los vertederos incontrolados y la recuperación de los ríos y el litoral. Además, se debía afrontar la gestión de los residuos y el control de la contaminación atmosférica. Fue en ese contexto que el Gobierno provincial de izquierdas creó el servicio de medio ambiente tan solo cinco días después de su toma de posesión.

Protección de los parques naturales

Bajo el liderazgo de la Diputación, los ayuntamientos seguimos su estela y empezamos a desarrollar políticas medioambientales. Entre otras cosas, se impulsaron medidas de protección de los parques naturales antes incluso de que la Generalitat aprobara una ley al respecto. Desde entonces, el mundo local se ha convertido en adalid de la preservación del medio ambiente. El cambio climático es una crisis global, pero es en las ciudades donde se dirime la batalla.

El compromiso del mundo local contra el cambio climático es inequívoco desde hace 40 años, como lo ha sido en esta pandemia

Ayuntamientos y Diputación también nos hemos puesto en primera línea de la crisis de la covid-19, nada ajena tampoco a la emergencia ambiental. Y lo estaremos en la pospandemia, aunque para ello reclamamos mayor reconocimiento institucional y capacidad de gasto e inversión. En el desenlace de esta crisis están en juego muchas cosas que determinarán el futuro de nuestra sociedad. Por ejemplo, cómo se reestructurará el mercado laboral y la llegada de los sistemas de producción automatizados.

Tras estas semanas de confinamiento y teletrabajo, parece claro que el mundo será más digital, de modo que el acceso a la tecnología determinará nuevas brechas de desigualdad. El sistema de salud pública debe fortalecerse para que una nueva pandemia no nos coja desprevenidos de nuevo. La sanidad no puede ser otra vez pasto de recortes. Ahora no se trata solo de salvar la economía, sino también a las personas.

Si algún legado puede dejar la crisis del coronavirus debe ser el de la solidaridad, la confianza y cooperación entre naciones. Hemos vivido en una globalización económica. Ahora es el momento de la globalización de la solidaridad. En este futuro, la preservación del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático se sitúan en el epicentro. La producción de bienes, el suministro y las condiciones de trabajo, la economía en suma, deberá ser más verde, reduciendo las emisiones de dióxido de carbono y la generación de residuos.

Modelos más sostenibles

Las ciudades, el mundo urbano donde nos concentramos más de la mitad de la población mundial, tenderán hacia modelos más sostenibles en los que las aglomeraciones metropolitanas no pueden renunciar al liderazgo económico consolidado en las últimas décadas, pero con un urbanismo adaptado a las nuevas condiciones, unas redes de transporte público menos tensionadas, más vehículos eléctricos y mayor espacio peatonal y para las bicicletas.

En estas cuatro décadas, la Diputación de Barcelona ha sido también pionera en adherirse al pacto europeo de alcaldes y alcaldesas por el clima, que lleva una década trabajando en la vanguardia para un uso sostenible de la energía y en la promoción de las renovables, como las placas solares y las calderas de biomasa. Más de 250 planes locales y  10.000 acciones en los municipios han logrado reducir en cuatro millones de toneladas la emisión de gases de efecto invernadero. Y todo, gracias al trabajo de decenas de alcaldes y alcaldesas, concejales y concejalas y empleados públicos que han dedicado su tiempo y esfuerzo para vivir en un planeta mejor.  

El compromiso del mundo local contra el cambio climático es inequívoco desde hace 40 años, como lo ha sido en esta pandemia. Dos crisis globales que amenazan el futuro del planeta. Ha llegado la hora de aplicar sin titubeos los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. De lo contrario, las próximas generaciones no nos lo perdonarán. La Diputación y los ayuntamientos estaremos a la altura.