Ideas

Sin rescate cultural

La demostración más clara de que no hay que fiarse de los poderes públicos es la campaña mediática de la Generalitat sobre un rescate cultural que no llega a un solo punto de sutura para zurcir un cuerpo abierto en canal

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Xavier Bru de Sala

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Como el cultural es uno de los sectores más frágiles y precarios de la economía de estos pagos, toca sufrir. Ya que nunca ha formado parte de las prioridades de los gobiernos autonómicos, esta crisis lo engancha en una situación de postración casi extrema, la que provocó el lastimosamente efímero manifiesto del 2%. Encima, será la última en salir del desconfinamiento. Hasta la vacuna, el tratamiento eficaz o la inmunidad de grupo no nos podemos congregar o agrupar ante ningún espectáculo en vivo. Ha tocado sufrir y tocará sufrir de lo lindo. Las cunetas de la creación quedarán más saturadas y por más tiempo que los tanatorios.

Leo en un manifiesto cargado de buenas intenciones, al que se suman muchas entidades aunque sepan que es inútil por completo, que todo el sector está parado. Falso. Falso en el sentido más doloroso de la palabra, que es el referente a la supervivencia de los profesionales y sus familias. Todos los museos están cerrados pero el flujo de las nóminas no se detiene. Todos los teatros están cerrados, pero los trabajadores fijos de los públicos cobran. El sector del libro, el más maduro y menos dependiente de las administraciones sobrevivirá. Después de un apagón total, el audiovisual se recuperará porque la demanda crece. Tendremos que entonar, en cambio, un réquiem sino por la música sí por gran parte de los músicos. Ellos, los actores, los autónomos, los que no llegan a autónomos y los oficios auxiliares de los espectáculos en vivo entre muchos. Cualquier rescate decente, toda solidaridad intracultural, debería contemplar la petición de un recorte de los sueldos públicos del sector a fin de crear un fondo de ayuda a los más necesitados.

La demostración más clara de que no hay que fiarse de los poderes públicos es la campaña mediática de la Generalitat sobre un rescate cultural que no alcanza a dar un solo punto de sutura para zurcir un cuerpo abierto en canal. Si al menos tuvieran la sinceridad, la delicadeza o por lo menos la piedad de admitir su impotencia, no añadirían la humillación a tanto sufrimiento.