al contado

Esta crisis sí que es diferente

Una debacle como la que se avecina carece de parangón y, por tanto, requiere recetas innovadoras

Cartel roto de un establecimiento de Madrid, cerrado por el coronavirus

Cartel roto de un establecimiento de Madrid, cerrado por el coronavirus / periodico

Agustí Sala

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Estos días recuerdo el libro 'Esta vez es diferente. Ocho siglos de necedad financiera' (Fondo de Cultura Económica, 2011) del profesor de Harvard y antiguo economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kenneth Rogoff y la economista <strong>Carmen Reinhart</strong>. Al margen de las polémicas sobre los fallos en los cálculos que realizaron los autores, inspiradores de las políticas de austeridad que se impusieron en Europa tras la crisis del 2008, es oportuno recordar el título.

Cada crisis, mientras se vive, se ve como diferente (eso se suele decir. Y es que siempre suele haber una variable que lo desencadena todo: desde una burbuja inmobiliaria a un ‘boom’ irracional del endeudamiento). La del coronavirus parece que es una crisis que podría cumplir con el título del libro.   

Pero ¿ha habido algún otro parón abrupto de la actividad distinto de una guerra a lo largo de los últimos años? Escudriñando en las peores crisis de los últimos dos siglos y medio, no encuentro parangón. Tal vez debería rebobinar hasta el siglo XIV, con la <strong>peste</strong>, salvando las distancias sociales, económicas y políticas. 

Ni la crisis crediticia de 1772, ni la Gran Depresión de 1929, ni el ‘shock’ petrolero de 1973, ni la crisis asiática de 1997 ni la financiera del 2008, cuyos efectos aún arrastramos, son equiparables a esta emergencia sanitaria que ha obligado a hibernar toda la economía. Y las consecuencias serán, segurtamente, de las peores, sino las peores, en casi 250 años.

Estamos ante una crisis de oferta: los negocios se han cerrado todos de golpe y volverán lentamente a ponerse en marcha, como indica la hoja de ruta trazada por el Gobierno en su plan para llegar a la "nueva normalidad". Puede que el parón desemboque en otra crisis, esta vez de demanda, debido al desempleo y a la 'resaca' que vivirán las personas y familias que, además tener menos ingresos sea por despidosertes o ceses de actividad, difícilmente actuarán como lo hacían antes, al menos durante un tiempo. Y la duración de la parálisis será un elemento esencial. A más tiempo, más daño. 

Con los datos agregados lo reconoce la actualización del <strong>programa de estabilidad </strong>remitido por el Gobierno a Bruselas. Y también la encuesta de población activa (EPA) o el crecimiento del primer trimestre, que se derrumbó a cotas sin precedentes; y que recogen los efectos de una crisis que afectó solo a 15 de los 90 días del trimestre. No hay que ser un genio para intuir lo que se avecina.  

Resultaría un catastrófico error combatir a lo que nos enfrentamos con la recetas tradicionales como los recortes o las subidas de impuestos. Protagonismo público, recetas innovadoras y, sobretodo, más Europa. Quizás así esta crisis no será diferente.