ANÁLISIS

¿Son tontos los franceses?

Una imagen del FC Parisis.

Una imagen del FC Parisis. / periodico

Antonio Bigatá

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PRIMERA PARTE.- Los alemanes son una referencia por su minuciosidad. ¿Conocen el detallismo de su proyecto por si pueden reanudarse allí los partidos de fútbol antes de que se descubra una vacuna contra el coronavirus? Prevén estadios sin espectadores y con la prohibición explícita de que nadie toque a nadie salvo en los lances del juego.

Los equipos no podrán coincidir en el túnel de vestuarios, no saltarán al césped acompañados de niños, no desfilarán cara a cara para saludarse... El capitán no hablará con los árbitros en los prolegómenos (todo se hará por signos) y estarán prohibidas las tradicionales fotografías de la alineación... 

En Alemania, los equipos no podrán coincidir en el túnel de vestuarios, no saltarán al césped acompañados de niños, no desfilarán cara a cara para saludarse... 

Más precauciones: las botellas de agua estarán rotuladas para que puedan ser personalizadas, si un futbolista cae al suelo sólo podrán ayudarle a levantarse las asistencias debidamente vestidas como buzos hospitalarios, sanciones para quienes escupan al suelo, prohibidos los abrazos después de los goles (de los besos ni se habla), masajistas prácticamente individuales, como las duchas del vestuario (aunque se recomienda que los futbolistas se duchen en casa antes y después de los encuentros).

DESCANSO.- Si estos criterios llegan a España seguro que los perfeccionaremos. Pero no creo que lleguemos hasta el punto de que la gente como Sergio Ramos tenga que pedir una interrupción del juego, ponerse mascarilla y rociar con un poquito de gel desinfectante la bota, cada vez que vaya a golpear sin querer (y con la nobleza habitual) la tibia de un contrincante. O agarrarle por la camiseta. O soltarle un codazo.

Y tampoco lo haga cada vez que vaya a protestar a gritos al árbitro, a cinco centímetros de su cara, aunque exista la posibilidad de que le eche pequeñas salpicaduras de saliva.

SEGUNDA PARTE.- Uno de los grandes debates se refiere a qué sucederá si se reanudan los partidos con la pandemia todavía viva y en algún partido hay contagio del virus a algún jugador. Eso siempre será posible porque no podrán hacerse infinitos tests  antes de cada partido.

La opinión pública ya está preocupada porque se destinen miles de tests para una actividad lúdica cuando en España no sólo no los hay para todo el mundo sino que incluso son insuficientes para proteger al personal sanitario y a los acogidos en los geriátricos.

En esta polémica de los test es justo recordar que en otros negocios y trabajos empresariales ya se utilizan por seguridad esas pruebas

Javier Tebas no ha divulgado la estimación seria de cuantos harían falta para todos y cada uno de los futbolistas antes de todos y cada uno de los encuentros. En esta polémica es justo recordar que en otros negocios y trabajos empresariales ya se utilizan por seguridad ese tipo de tests, aunque posiblemente no en la cantidad y con la frecuencia quese pretende desviarse hacia el fútbol.

Pero el riesgo en los partidos tiene otras dimensiones: ¿puede obligarse a  los jugadores  que no quieran exponerse mientras no haya vacunas?, ¿están previstas estrictas --y caras-- pólizas de seguros para quienes compitan?, ¿qué sucederá,  deportivamente hablando, si un jugador queda contaminado, y, más, si es un jugador relevante cuya baja pueda ser decisiva para lo que quede del campeonato?

No minimicen tampoco el riesgo de lesiones musculares si de programan partidos para cada dos días con el objeto de recuperar el tiempo perdido. Sin público y con esas limitaciones, aunque la TV apriete ¿no sería mejor suspender esta actividad hasta el inicio, ya normal, de la temporada que viene?, ¿es que son tontos los franceses?