Avance nacionalpopulista

Pornografía política

La devastación que está causando la pandemia del coronavirus puede reforzar, a escala española y europea, la pulsión autoritaria

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zentauroepp52924153 abascal congreso200325184319 / EFE / MARISCAL / POOL

Rafael Jorba

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Por (de)formación profesional sigo los debates políticos. Confieso que a estas alturas del confinamiento me causan hondo desasosiego. También los sondeos teledirigidos de opinión, ya sean del CIS o del CEO. Sé que la libertad de información es un derecho prevalente, pero las encuestas sobre intención de voto y las que confrontan la gestión de los gobiernos, con la que está cayendo, son pornografía política.

Responden a la lógica cortoplacista que sigue imperando: el tono guerracivilista en el debate español y el relato mágico, tornado en relato macabro, en Catalunya. Unos y otros, sin embargo, no se han percatado aún de la devastación, social y económica, que está sembrando el covid-19. Entre sus efectos colaterales está la pérdida de la poca credibilidad que le quedaba a la política.

El deterioro de la democracia debería preocupar al conjunto de partidos de gobierno. El barómetro de abril sobre confianza política del Instituto de Estudios Políticos de París -conocido como Sciences Po- aporta dos datos preocupantes: los partidos ocupan el último lugar en el nivel de confianza de los franceses (13%) y casi dos tercios de la población (65%) considera que su país “debe protegerse más del mundo de hoy”.

Estamos ante dos corrientes de fondo -el descrédito de los partidos tradicionales y el auge del proteccionismo de los estados- que, sumados, pueden dar como resultado un nuevo paso adelante de las fuerzas nacionalpopulistas que habían ido avanzando en el último ciclo de crisis económica. La devastación que está causando la pandemia del coronavirus puede reforzar, a escala española y europea, la pulsión autoritaria.

Paradójicamente, estamos más necesitados que nunca de la política democrática, es decir, del sistema que permite resolver de forma civilizada los conflictos y que se imponga el interés general. Solo los gobiernos democráticos, sujetos al régimen de separación de poderes, pueden abordar el complejo arbitraje entre dos imperativos contradictorios que plantea esta crisis: satisfacer las exigencias de la salud pública y desinvernar la economía.

Los expertos de todas las disciplinas son hoy más necesarios que nunca, pero sus propuestas deben ser evaluadas por el poder político. Los ayatolás de cualquier materia, que los hay, y el auge de las fuerzas nacionalpopulistas pueden acabar abonando recetas de corte autoritario. La unidad de acción de todos los partidos de gobierno, en todos los niveles del Estado, es la mejor receta para evitarlo.

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