La clave

Neohabla

En la "nueva normalidad", lo normal resulta que no es normativo

Padres pasean por sus hijos por una calle peatonal de París, este domingo.

Padres pasean por sus hijos por una calle peatonal de París, este domingo. / periodico

Albert Sáez

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Estamos en tránsito hacia la "nueva normalidad". Un paraíso: podremos ir a pasear, a correr, a trabajar, a la peluquería, a clase, a comprar cosas que no sean comida o bebida. Seguiremos sin poder ir al bar, ni al restaurante, ni a los museos, ni a conciertos. Algunos se pasan el día pidiendo instrucciones sobre cómo comportarse en esa nueva vida. Y a algunos les encanta dárnoslas. Este domingo vivimos la paradoja de que no siempre lo normal es lo normativo, aunque tengan la misma raíz. La vieja normalidad no se ajusta a la normativa de la nueva. No será fácil acostumbrarnos. Quizás todo será más sencillo si nos dieran criterios en lugar de consignas. Nuestros dirigentes, asesorados por comunicólogos de la escuela psicológica conductista, nos tratan como a débiles mentales. Y consiguen que nos adaptemos a ello. Nos saturan con unas instrucciones que nos dan a voz en grito y vocalizando (como cuando hablamos con alguien que no conoce nuestro idioma) y que resultan imposibles de memorizar, no porque sean complejas, sino porque son absurdas. En lugar de decirnos cómo hemos de ir por la calle sería más eficiente que nos explicarán el por qué. Se trata de que, para evitar contagios masivos de un virus del que no sabemos casi nada, no tengamos contacto físico con aquellas personas con las que no convivimos .Y si lo tenemos, tenemos que hacerlo con las máximas precauciones: a dos metros de distancia, con mascarilla, con guantes, sin tocarnos ni tocar los mismos objetos, etc. Es lo que en la nueva normalidad se llama la distancia social. Si vivimos con alguien no hace falta que caminemos separados por la calle ni que salgamos por turnos.

La "nueva normalidad", como todo cambio social, nos ha traido una neohabla, como en la novela de Orwell. Es una lengua que tiende a la simplificación y a cierta tendencia a la infantilización, dicho sea con todo el respeto a unos niños que han demostrado ser muy maduros. La neohabla disfraza el instinto de supervivencia como supuesto altruísmo. Y la tragedia en pensamiento positivo: "todo irá bien". Una tragedia.