Reforzar la sanidad pública

No los manden al paro

Después de la desescalada, los sanitarios seguirán necesitando el apoyo social para que sea reconocido el valor de su trabajo, nunca suficientemente remunerado y en muchas ocasiones precario

Aplausos de homenaje a los sanitarios en el Hospital Dos de Maig de Barcelona, el pasado 2 de abril

Aplausos de homenaje a los sanitarios en el Hospital Dos de Maig de Barcelona, el pasado 2 de abril / periodico

Rosa Paz

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Les aplaudimos cada tarde a las ocho porque se están dejando la salud, y a veces la vida, en la primera línea de combate contra el coronavirus. La del aplauso ha sido una iniciativa ejemplar que nos une en el agradecimiento a todos aquellos que siguen trabajando para que a los confinados no nos falte nada esencial —de la comida a la limpieza o la seguridad— y especialmente a aquellos que protegen nuestras vidas cuando el covid-19 se agarra a nuestro organismo y que dan el último consuelo a quienes, en soledad, no consiguen vencerlo.

Seguiremos aplaudiendo en las semanas de la desescalada y sería bueno que lo siguiéramos haciendo después, si no desde nuestros balcones al menos desde nuestra posición en la sociedad, sea esta cual sea. Porque esos profesionales de la medicina y de la enfermería, los celadores o los camilleros seguirán necesitando el apoyo social para que sea reconocido el valor de su trabajo, nunca suficientemente remunerado y en muchas ocasiones precario, como esos varios miles de médicos y enfermeras que se han unido a la tarea de derrotar al coronavirus con contratos temporales de semanas o, en el mejor de los casos, de meses. Ese personal sanitario, exhausto por el esfuerzo, que en unas pocas semanas se irá al paro.

Los contratados temporales han venido a suplir las vacantes dejadas por los millares de colegas suyos —o por ellos mismos— que fueron víctimas de los recortes en la sanidad pública durante la crisis del 2008. Pero si algo ha quedado claro en esta pandemia es que el sistema público de salud necesita ser reforzado para atender a quienes enfermen por el virus, que seguirá con nosotros una larga temporada, y a quienes quedaron relegados por la emergencia sanitaria. Los gobiernos, el central y los autonómicos, deberían ser conscientes de ello y dotar de personal suficiente a la sanidad pública. Reconozcan su labor, no los manden al paro.