Pasión literaria

Locuras en nombre de Shakespeare

El neoyorquino Schieffelin tuvo a mediados del XIX un sueño poético e improbable: ver volar en su ciudad todas las especies de pájaros que Shakespeare nombró en su obra

Primer Folio que recoge obras de William Shakespeare.

Primer Folio que recoge obras de William Shakespeare. / periodico

Care Santos

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Todos nos declaramos admiradores de Shakespeare cada 23 de abril. Sin embargo, el bardo inglés ha tenido sus legítimos admiradores entre nosotros. Uno de los mayores fue el poeta catalán Gerard Vergés quien, por cierto, murió hace seis años, el mismo día en que nació y murió su admirado autor.  

Vergés, quien además de poeta era farmacéutico y propietario de un laboratorio, escribió: «Shakespeare es el océano lleno de tinieblas / y, al mismo tiempo, el corazón flamígero de la luz.» Su traducción de los sonetos del bardo es, según escribió, «el humilde exvoto que desde Catalunya deposita el fervor de un catalán en el altar de Shakespeare».

Se pueden cometer locuras en nombre de la pasión literaria, ya sea abordar la difícil traducción de los 154 sonetos o lo que se le ocurrió a Eugene Schieffelin, neoyorquino nacido en 1827, curiosamente dueño también de un laboratorio farmacéutico, quien ha pasado a la historia por sus dos grandes pasiones: Shakespeare y los pájaros.

Schieffelin tuvo a mediados del XIX un sueño poético e improbable: ver volar en Nueva York todas las especies de pájaros que Shakespeare nombró en su obra. En diversas expediciones a Inglaterra capturó varias docenas de alondras, pardillos, pinzones o estorninos que luego liberó en Central Park. La mayoría de ellos murió enseguida, pero uno de ellos fue capaz de adaptarse. Y más: sobrevivir, multiplicarse, migrar, procrear y convertirse en una especie depredadora para la fauna local, que el Parlamento tuvo que prohibir en 1900. Demasiado tarde.

El estornino común aparece en una sola línea del drama histórico 'Enrique IV'. Sin embargo, hoy viven en Estados Unidos 350 millones de ejemplares. El país gasta unos 800 millones de dólares anuales en exterminarlos (sin éxito). En el año 1962 una bandada de estorninos originó un accidente aéreo en el que murieron varias personas. Según los expertos, en estos días de confinamiento humano, la población pajaril podría doblarse. Y todo ello por una pasión poética.

Qué literario es el mundo últimamente.