Experiencias

Somos leyenda

De todas las realidades que nos podían haber tocado vivir, yo elijo pensar que, dentro de lo malo, nos podría haber ido peor

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Mónica Vàzquez

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La vida está llena de momentos que no tienen sentido. Experiencias, personales o comunes que nos descolocan y nos obligan a replantearnos la naturaleza de nuestra realidad. Llegan como una tormenta de primavera, sacudiendo el mundo, levantando polvo y removiendo los cimientos de lo que siempre dimos por sentado. Pero detrás del caos llega la certeza de que la vida se abre camino y, aunque nos cueste, nosotros también debemos intentar hacerlo.

Cada cual se enfrenta a la incertidumbre a su manera. Hay quien decide zambullirse en la nostalgia de lo que fue, y hay quien prefiere fingir que la tormenta es imaginada, abriendo ventanas y puertas, exponiéndose a pagar el precio de su ignorancia. Y hay quien mantiene la calma, reposa la mirada en el meollo de sus circunstancias y decide intentar sobrevivir de la mejor manera posible, intentando no perderse en el camino.

De todas las realidades que nos podían haber tocado vivir, y de todas las maneras en las que podríamos enfrentarnos a nuestro destino, yo elijo pensar que, dentro de lo malo, nos podría haber ido peor. Elijo pensar que al menos no somos el protagonista de la obra maestra de Richard Matheson, 'Soy leyenda', y no estamos solos, encerrados en nuestras casas, intentando no volvernos locos lidiando con la soledad absoluta de ser el último ser humano vivo en un mundo hostil constantemente al acecho… Aunque puede ser que ahora estemos demasiado cerca de la realidad de Robert Neville, el protagonista del libro, como para que nos parezca una lectura placentera.

A diferencia de la película protagonizada por Will Smith, que fracasó estrepitosamente intentando adaptar la magnificencia del texto original a la pantalla, este libro es realmente bueno, y en estos tiempos que corren, quizá sea una buena herramienta para experimentar con el concepto de la transformación de la sociedad, pasando de una normalidad a otra. El mundo, tal y como fue, ya es leyenda. No existe. Es un recuerdo vivaz de una realidad que se nos escapa día tras día con el amanecer de un futuro incierto y extraño que tira de nosotros con insistencia, arrebatándonos nuestro presente.