Al contrataque

Soñar es gratis

En el país en el que a mí me gustaría vivir, los políticos no estarían intentando salvar el pellejo y los votos ni, en un momento así, lo pasarían todo por la rigidez de su filtro ideológico

Una mujer sale a comprar totalmente protegida para prevenir el contagio por coronavirus

Una mujer sale a comprar totalmente protegida para prevenir el contagio por coronavirus / periodico

Cristina Pardo

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El país en el que a mí me gustaría vivir no sometería el sistema de recuento de víctimas a un siniestro baile, mes y medio después de empezar a luchar contra una pandemia. Los afectados sentirían calor y no pasarían semanas sin recibir los restos de sus seres queridos. Tampoco tendríamos que asistir impotentes a un profundo desconocimiento de las muertes en residencias de ancianos. Por supuesto, no serían bien vistos los dirigentes que hacen de la política un bochorno, pase lo que pase a su alrededor.

En el país en el que a mí me gustaría vivir todos los ciudadanos seríamos conscientes de las diferencias ideológicas entre partidos y sabríamos que apoyarse en caso de catástrofe, no es sinónimo de entreguismo ni de blanqueamiento de los errores del rival. Es más: estaríamos todos a una intentando vencer al coronavirus de manera constructiva y, una vez conseguido, no ahorraríamos ni una sola de las críticas políticas, por muy virulentas que estas fueran.

En ese país no habría dirigentes diciendo que el mero hecho de no ser independientes y de pertenecer a España ha disminuido sus posibilidades de vencer al virus. Tampoco perderían el tiempohaciendo fotomontajes de ataúdes o invocando golpes de estado ni las discusiones girarían en torno a si el acuerdo para salir del túnel es mejor hacerlo en un edificio antes que en otro.

En ese país, no habría tiempo que perder y todos pondrían en común desde el primer minuto sus recetas bienintencionadas para dar la vuelta a los espeluznantes augurios económicos. Los que mandan no intentarían trasladar la idea de que solo la información oficial equivale a la verdad y los periodistas tendríamos cierto prestigio.

En definitiva, allí los políticos no estarían intentando salvar el pellejo y los votos ni, en un momento así, lo pasarían todo por la rigidez de su filtro ideológico. Igual estaría sola, pero ese me parecería un buen sitio para vivir, básicamente para tener ganas de salir a la calle cuando llegue la hora.