ANÁLISIS AZULGRANA

El fútbol desnudo

Sònia Gelmà

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Leo Messi acompañó el remate de Sergi Roberto y sin parar de correr se fue directo a la grada del Gol Nord. Se subió a la valla publicitaria y levantó su puño derecho rodeado de aficionados contagiados por la locura general que significaba aquella remontada ante el PSG. La fotografía del argentino se convirtió en la imagen icónica de aquella noche. Era la metáfora perfecta: Dios y sus fieles. Para aquel espectáculo eran tan necesarios los jugadores que vestían de corto como la euforia de sus aficionados.

El delirio también se vivió por televisión. El realizador no se olvidó de los protagonistas, de Sergi Roberto corriendo hacia la banda con los brazos abiertos, de la piña de compañeros que le engulló, del júbilo de Luis Enrique. A partir de aquí, se recreó en la emoción. Y para ello, el ingrediente básico eran las caras de incredulidad de la gradería, las manos en la cabeza de los aficionados, los abrazos de felicidad, las lágrimas de alegría. La función no solo la formaba el terreno de juego, era necesario todo el cuadro para componer una de las noches más increíbles de los últimos tiempos.

Sin 100.000 almas

Piensen ahora en el mismo partido, y eliminen al aficionado. Borren su papel, silencien el sonido de esas 100.000 almas. Mantengan a los futbolistas, e incluso el resultado. Escucharan el grito de gol de Sergi Roberto, les verán volverse locos por el resultado, pero no será lo mismo. De hecho, probablemente ni ellos puedan conservar esa fe y mantener la intensidad que te da el ruido de la grada. Sigue siendo fútbol pero es otro fútbol, un fútbol desnudo, y ese es el que nos espera si se retoma la competición.

Ahora mismo no hay alternativa a la puerta cerrada y se entiende que los organismos luchen por ello, por criterios tanto deportivos como económicos. Para el aficionado, preocupado por otros problemas más graves, el retorno de la competición es secundario. Pero promete cierta distracción y ver un poco de normalidad en el horizonte también conlleva ilusión.

El otro gran reto

Falta ver si esa sed de fútbol se mantiene tras 11 jornadas escuchando el eco de las gradas vacías. Aun así, la excepcionalidad del momento y la resolución del campeonato puede mantener el interés por un espectáculo mermado. Pero habrá que encontrar alguna solución imaginativa si las restricciones se alargan. El Barça ya prevé el escenario de jugar sin público hasta mediados de noviembre, incluso se ve capaz de ajustar un presupuesto a la posibilidad de jugar a puerta cerrada hasta febrero del 2021, pero que los números aguanten no significa que lo pueda hacer el aficionado. El reto requerirá que todos los estamentos —empezando por los dirigentes y acabando por los jugadores— dejen de torpedearse, y ese desafío es aún mayor.

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