Doble rasero
Dudas y certezas
En un plis plas han pasado de exigir el confiento absoluto a reclamar el desconfinamiento de los niños
Andreu Claret
Periodista y escritor. Comité editorial de EL PERIÓDICO
Andreu Claret
Tras cuatro meses de pandemia todavía hay más dudas que certezas sobre el covid-19. Dudas sobre el origen del virus, sobre su letalidad, sobre su estacionalidad, sobre la inmunidad de quienes lo han padecido, sobre su respuesta a determinados antivirales, sobre el tiempo necesario para tener una vacuna. Mil dudas científicas, descartando las 'fake news' que emponzoñan las redes y las teorías conspirativas que proporcionan carnaza. También hay incertidumbre sobre las cifras de contagiados y muertos y sobre la manera de obtenerlas. Demasiada, sobre todo en Catalunya y en España. La falta de criterio en este campo es grave, pues la epidemiología es una ciencia de base matemática, que pasa a ser cartomancia si carece de datos fiables. Hay dudas y las habrá durante un tiempo. ¿Cómo es posible, entonces, que algunos políticos se expresen con tanta certeza?
Ante la duda, la ciencia suele avanzar con el método heurístico de prueba y error. Es un principio sabio, asociado a la humildad, por el que me guío cuando escucho a un epidemiólogo. Si le veo modesto, tengo tendencia a creerlo. Si se presenta como depositario de una verdad absoluta, frunzo el ceño. Y si sale cada día en el telediario para criticar a sus colegas, cambio de canal. Así es la ciencia de ingrata para quienes la practican, hasta que un día, tras muchos errores y un poco de suerte, se descubre algo que le permite a la humanidad dar un paso de gigante. Como ocurrió con la penicilina.
El método de prueba y error está vetado a los políticos. No pueden equivocarse. Son prisioneros de unos votantes que exigen certezas. Resultados. Su método es otro: hoy digo una cosa y mañana la contraria, y aquí paz y después gloria que la hemeroteca lo aguanta todo, como bien sabe Donald Trump. Así es como se pasa, en un plis plas, de reclamar el confinamiento total a exigir que los niños puedan salir a la calle. ¿Si lo segundo es necesario y posible, sin que se desmadre el virus, lo primero debía estar equivocado? ¿O es que en seis días la curva se ha desplomado? La he repasado hoy, y no parece. Que salgan los niños a la calle, con medidas estrictas, me parece bien. Como me pareció bien que se suavizara el confinamiento hace unos días. Siempre y cuando nos digan que forma parte de un procedimiento de prueba y error. El problema, como dijo Bukosvki, “es que la gente inteligente está llena de dudas, mientras que la gente estúpida está llena de certezas”.
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