La clave

Niños contra la pared

Nos recetarán paciencia ante el confinamiento por el coronavirus, que es cuestión de tiempo, pero ¿qué hay del tiempo de los niños?

coronavirus. Un niño aburrido en el balcón de su casa, en Madrid

coronavirus. Un niño aburrido en el balcón de su casa, en Madrid / periodico

CAROL ÁLVAREZ

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Calles sin niños. Los hay, pero tras cuatro paredes, tras las ventanas, en un balcón si lo tiene su piso. De repente te puedes cruzar con uno en una panadería, acompañando a su padre o a su madre. Son las excepciones: solo si un progenitor no puede hacerse cargo y el otro necesita salir puede llevarlo consigo a la calle. Pasa en todas partes. Desde la isla de Hierro, las familias se desesperan porque no pueden salir sus críos al exterior. «Que vivimos en una isla, ¿cómo se va a propagar el coronavirus?». 

Pues no se puede. Las Canarias apelan a su especificidad insular para que se relajen antes las medidas de confinamiento. La Generalitat pone ya días a la liberación de los niños, va de farol, porque no tiene competencias y solo puede sugerir su propuesta al Ejecutivo de Pedro Sánchez, pero ha logrado poner en el horizonte de miles de familias una fecha de calendario. En diez días, quizá. 

El Gobierno ultima su plan de desconfinamiento infantil contrarreloj. Contra el buen tiempo que llega, contra el calor, contra el cansancio acumulado tras más de un mes de #QuédateEnCasa. Ahora también contra la presión de la opinión pública, contra la estrategia de los políticos. Tarda en aflojar, y la lamentable gestión de sus datos sobre el impacto del contagio, aquellos números que podrían avalar una relajación de sus medidas de control, solo puede entorpecer el cambio urgente de su hoja de ruta.

El estado de alarma se ha dilatado más de lo imaginable aquel 13 de marzo que se aprobó y quien más quien menos se desespera a ratos. Nos recetarán paciencia, que es cuestión de tiempo, pero ¿qué hay del tiempo de los niños? Aquel que nos pasaba tan despacio cuando éramos pequeños. Aquellos veranos de la infancia nos parecían eternos, hasta los fines de semana eran inabarcables a nuestros ojos nuevos. ¿Qué debe estar pasando por sus cabezas? Son todos niños contra la pared más allá de la razón.