Confinamiento y tsunami social

El virus y las cosas de comer

¿Alguien cree que con nuestros índices de pobreza podemos resistir confinados, y sin trabajar, durante muchas semanas, sin que se produzca un estallido social?

Reinicio en la obra

Reinicio en la obra / periodico

Andreu Claret

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Dios me libre de opinar sobre si los epidemiólogos de Sánchez son mejores o peores que los de Torra. Los independentistas catalanes hace tiempo que han resuelto esta duda. Los de la Generalitat son mejores porque son ‘los nuestros’, una expresión acientífica que Torra utiliza para arremeter contra Sánchez. Desde luego, la decisión de volver a un confinamiento más ‘light’ es arriesgada. ¿Es acertada o equivocada? Des del punto de vista sanitario no lo sé. Ni creo que lo sepan, a ciencia cierta, Fernando Simón u Oriol Mitjà. Lo que sí sé es que la lógica preocupación por la pandemia a muchos no les deja ver el tsunami social que se avecina.

Algunos datos. El año pasado, el 24% de los catalanes estaban en riesgo de pobreza y el 42% invirtió casi la mitad de sus ingresos en vivienda. En una vivienda que no pasa de los 60 metros cuadrados para muchos. Este es el país en el que vivimos y no la 'Dinamarca del sud' en la que algunos sueñan. Añádase el dato de los ingresos: en Barcelona, el 64,7% de los menores de 30 años tienen salarios de menos de 1.000 euros. ¿Alguien cree que en un país así podemos resistir confinados, y sin trabajar, durante muchas semanas, sin que se produzca un estallido social? 

Para algunos, la respuesta es fácil: que pague el Estado. ¿Durante cuánto tiempo? Solo pueden decir esto quienes piensan que el Estado no va con ellos y que la culpa es de Madrid. O que la Unión Europea es una vaca que podemos ordeñar hasta que desaparezca el virus. El Estado, por supuesto, debe poner toda la artillería, como ha reclamado Antón Costas. Y la UE debe promover un Plan Marshall como el que permitió la reconstrucción de Europa tras la segunda guerra mundial. Todo esto, y más, es necesario. Pero si la economía sigue mucho tiempo ‘hibernada’, no hay quien pague esta factura. Mejor dicho, la pagarán los de siempre, los trabajadores despedidos y los autónomos obligados a bajar la persiana. Mientras tanto, algunos esperarán a que muera el virus y pase la tormenta social desde un confinamiento más llevadero, viendo series de terror.