ANÁLISIS
Bartomeu y el pensamiento mágico
Jordi Puntí
Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
Jordi Puntí
Parece ser que Josep M. Bartomeu se ha creído ese proverbio chino que dice que toda crisis es una oportunidad, y ha aprovechado el confinamiento obligatorio del fútbol y de la sociedad en general para hacer limpieza en casa y, de paso, remodelar una directiva que le sea aun más fiel y le sostenga en un futuro inmediato.
Bueno, estos juegos de poder no son nada excepcional. El presidente de Hungría, Viktor Orbán, se ha servido de este momento único para reformar la constitución de su país, en beneficio propio, y Vladimir Putin está adoptando medidas populistas para combatir el coronavirus que le ayuden a remontar la confianza de los rusos, muy en horas bajas.
En una más modesta escala, Bartomeu quizá pensaba que esas medidas de cambio pasarían desapercibidas, puesto que el radar de la información está fijado en asuntos más graves, pero es inevitable creer que sus decisiones tienen algo de pensamiento mágico.
Juego de sillas
No entraré en los detalles del juego de sillas de la directiva, ni en los cruces de acusaciones y desmentidos entre Emili Rousaud y los otros directivos dimitidos. Es cierto que el llamado Barçagate se cerró en falso y que hay una auditoría externa en curso —en pausa forzosa mientras dure el confinamiento—, y es cierto también que desde el club se gestionó mal (y con cierta hostilidad) la cuestión de la rebaja de los sueldos de los jugadores.
Son argumentos que se han acumulado a una temporada errática en todos los frentes —deportivo, social, económico— y con una forma de actuar que ahora, además, ya se cuestionaba desde dentro, desde la sala de máquinas. Así las cosas, la idea de que esta nueva crisis institucional pueda tapar o reconducir lo que hemos visto hasta ahora solo puede tener una base esotérica, sobrenatural, como si el confinamiento fuese un mantel de mago, que lo cubre todo, y cuando por fin se levante debajo no habrá nada —¡abracadabra!
Temporada atípica
No, el efecto que producen las decisiones de Bartomeu es lo contrario, de aquí la sensación de paso en falso: sin fútbol, sin el deporte que lo anime y le de vida, el presente del club no es nada. Solo una intriga de poder vacía. Uno se imagina que la escenografía telemática, de reuniones a distancia, le da ahora al presidente una impresión de control sobre el futuro del FC Barcelona que es un alivio, pero cuando por fin la pelota vuelva a rodar, el contador no se pondrá a cero, sino que se retomará donde un día lo dejamos todo.
Solo cuando llegue el primer gol, a favor o en contra, Bartomeu empezará a conocer las consecuencias de su apuesta por la magia potagia
Ahora mismo es imposible ver con claridad cuándo y cómo se pondrá en marcha el mundo, también el mundo del fútbol. Podemos imaginarnos que toda la maquinaria del negocio y el deporte tardará en arrancar y llegar al mismo nivel de competición. Que quizá pasaremos por un final de temporada con partidos a puerta cerrada, como una prolongación de nuestro confinamiento.
Será en cualquier caso una temporada atípica, en la que algunos buscarán excusas y otros encontrarán una motivación nueva. Solo entonces, cuando llegue el primer gol, a favor o en contra, Bartomeu empezará a conocer las consecuencias de su apuesta por la magia potagia.
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