LA CLAVE

Apología de la ambigüedad

Pese a su mala prensa, los eufemismos y las indeterminaciones llevan décadas salvando a Europa. Salvando..., entiéndase: impidiendo que el proyecto civilizador nacido bajo el trauma de dos guerras mundiales dé al traste

El presidente del Eurogrupo, Mário Centeno.

El presidente del Eurogrupo, Mário Centeno. / EP

LUIS MAURI

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Qué sería de Europa sin la ambigüedad. Sin esta cualidad comunicativa que tan mala reputación carga sobre sus espaldas, la <strong>Unión Europea</strong> sería ya arqueología. La sinceridad está sobrevalorada. Mucha gente presume de ser franca, transparente, sin doblez. Suele ser una presunción pronunciada con orgullo, con un pundonor a menudo tan banal como quien hace ostentación pública de su propia burricie. Esto último es muy apreciado en los realities televisivosrealities , que son la vida misma, o al menos una parte de la vida misma.

Bendita ambigüedad. Pese a su mala prensa, lleva décadas salvando a Europa. Salvando…, entiéndase: impidiendo que el proyecto civilizador nacido bajo el espeluznante trauma de dos guerras mundiales dé al traste. En plena <strong>pandemia del coronavirus</strong>, con una depresión económica del calibre de la de 1929 viniéndose encima, Europa ha necesitado echar mano de nuevo de la indeterminación para poner a salvo sus cimientos.

No será la situación ideal, pero es la situación posible. El norte rico no transige con la solidaridad integral que reclama el sur menesteroso. El pulso de esta semana en el Eurogrupo ha cobrado aires patéticos, igualmente (in)dignos de un reality.

Sin hombres de negro

La división está ahí y la falta de solidaridad también. Pero la ambigüedad es capaz de neutralizar ese peligro intrínseco. El norte no admite abrir el grifo financiero del Mede sin la vigilancia de los hombres de negro para nada que no sea la emergencia sanitaria y su prevención. Aquí está el eufemismo: el norte entiende "prevención" en clave estrictamente sanitaria; el sur, además, en clave de producción. Obstáculo superado. Batalla diferida en el tiempo. Si en algo son expertos en Bruselas es en el regate de los tiempos.

Más ambigüedad salvífica. La siguiente estación es el plan de recuperación con el que la UE habrá de afrontar el desastre económico. El sur quiere mutualizar deuda (coronabonos), el norte los veta. El acuerdo es explorar mecanismos financieros "innovadores". Este concepto aplaca temporalmente a ambas partes, que pueden vender internamente que sus respectivas posiciones están incólumes.

Esta es la Europa real, sin adornos. Y así se va haciendo.