PANTALLAS

Presente y futuro

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Mikel Lejarza

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Dicen los expertos que habrá un antes y un después tras el coronavirus. Que el eje del planeta que se encontraba en Washington, pasará a estar en Pequín; que Europa, incapaz de dar una respuesta unitaria a la crisis, se alejará de la unión y se incrementarán las actitudes a favor de su desmembración, porque las sociedades asustadas tienden a encogerse sobre sí mismas. Y que, ambos hechos, unidos a la actitud aislacionista de Trump, inclinarán el mundo en otras direcciones. Pero que también hay elementos para el optimismo; porque si, es verdad, el encierro nos ha obligado a todos a un curso rápido por inmersión en digitalización que es positivo, y quizá el futuro más inmediato muestre a una sociedad empeñada en recuperar lo que se ha perdido, con tanto ahínco, que la rehabilitación sea espectacular. Pero el paisaje que deje la batalla no volverá a ser el mismo.

Estas últimas semanas ha habido muchos comportamientos ejemplares. Mención especial para el sector sanitario que merece un aplauso interminable, pero también que los ciudadanos pongamos entre nuestras prioridades su mantenimiento con todos los medios que necesite. El sector de la comunicación, que es el que nos ocupa en estas páginas, ha recuperado con honores sus esencias periodísticas. Empujada por la actualidad, la información bien hecha y contrastada se ha impuesto como la mejor compañía de una sociedad enclaustrada. El esfuerzo de empresas y profesionales en prensa, radio y televisión, merece también el reconocimiento de todos, porque sin su trabajo hubiésemos estado más solos y aislados .

Ahora, aunque aún no hayamos salido de la pesadilla, hay que preguntarse cómo será el futuro inmediato. Algunas respuestas son evidentes­­­­. La tele en abierto tiene en la información, la actualidad y el directo su gran arma frente a las plataformas por streamin. Porque Netflix, HBo o Disney harán con seguridad brillantes ficciones sobre este maldito virus, incluso documentales; pero no nos informan día a día y minuto a minuto de lo que nos ocurre. El éxito de audiencia cosechado por quienes sí lo hacen , marca el camino ya incuestionable hacia el futuro de la tele en abierto. En paralelo­­, las plataformas con su ingente oferta de historias ficcionadas, serán la principal propuesta de entretenimiento. Ambos modelos caben. Son diferentes en cuanto a los contenidos y sus fuentes de financiación. Publicidad en el caso de la tele gratuita, abonados en la de pago.

 Habrá vida por tanto para todos; la cuestión es otra: ¿cómo serán las necesidades y los gustos del público? Debido a las dimensiones de la tragedia, ¿ la audiencia demandará historias dramáticas, realistas, que nos recuerden los peores días de nuestra vida, o por el contrario, buscaremos relatos escapistas, bienhumorados y optimistas que nos ayuden a evadirnos y olvidarnos del drama? La respuesta estará en función de cómo acabe la pesadilla y cuándo. De momento las novedades se suceden con poco destacable: Freud repite fórmulas en un aceptable thriller de estética gótica; The Mandalorian mezcla conceptos del wéstern con la Guerra de las Galaxias para seguidores acérrimos de la saga; la nueva temporada de Westworld  es innecesaria; La conjura contra América, tan perfecta como aburrida. Buenos productos, pero ahora la estrella es Fernando Simón.