Opinión | Editorial

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El confinamiento no hace vacaciones

No hay ningún motivo para relajar el confinamiento, desplazarse a segundas residencias o que haya aglomeraciones en mercados

Controladores en el mercado de Sant Antoni.

Controladores en el mercado de Sant Antoni. / MANU MITRU

El director del Hospital de Cerdanya lo denunció hace unos días. El doctor Francesc Bonet se quejaba del aumento del número de pacientes, atendidos durante el fin de semana, que procedían de otras zonas y que no estaban domiciliados en la comarca: en torno al 20% de las personas que acudieron un centro  que está diseñado para atender a una población estable de unos 30.000 individuos. Este es, seguramente, el ejemplo más claro de las consecuencias que puede acarrear el goteo de quienes deciden pasar los días de confinamiento en su segunda residencia. Estas personas ponen en peligro el sistema sanitario porque son incapaces de ver más allá de su comodidad o del deseo de disfrutar de unos días de vacaciones, como si no ocurriera nada, como si esta Semana Santa fuera normal.

Es cierto que el descenso del número de vehículos que en el primer fin de semana pascual salieron del área metropolitana con destino a las costas o a la montaña es notabilísimo, lo cual da una idea de la concienciación general, pero también es verdad que se ha percibido una ocupación de segundas residencias que ha ido al alza coincidiendo con la llegada de los días festivos. Así lo recogen testimonios de alcaldes que han detectado o bien aumentos considerables en el consumo de agua o bien señales inequívocas de abertura de las casas. No solo se trata una descompensación en las previsiones sanitarias sino también de un desequilibrio en el pequeño comercio alimentario, que debe evitar en este contexto, además, las aglomeraciones.

Las autoridades han denunciado «la actitud incívica e insolidaria» de quienes se toman este periodo excepcional como una especie de vacaciones, o que creen ver cercano un momento de relajación del confinamiento que deciden anticipar por su cuenta. Pero ni el covid-19 hace vacaciones, ni la necesidad de seguir en casa y reducir al mínimo los contactos sociales tampoco. No se debe bajar la guardia. A pesar de ello, en todos los fines de semana desde que empezó esta crisis sanitaria han sido necesarios los controles en las carreteras; estos días deberán ser aún más intensos.

Este fin de semana, la concentración de compradores en los establecimientos comerciales es otro riesgo a evitar, que debe preverse con planificación de las compras y respeto a las medidas de seguridad establecidas. En los últimos días se han llegado a ver aglomeraciones, por ejemplo, en grandes mercados municipales de Barcelona (mientras otros, en cambio, veían como sus clientes habituales optaban por el supermercado más cercano a su casa). Algunos han gestionado esta situación mejor que otros, y ha sido necesario tomar medidas específicas como la contratación de vigilancia privada. En la situación en la que estamos, no ha de haber excepciones para el cumplimiento de los límites de aforo prudentes, el control de acceso, el respeto de las distancias de seguridad entre los clientes y una actitud responsable al limitar la presencia en espacios comerciales a la estrictamente necesaria para hacer las compras esenciales. La regla de oro debe ser, ahora como nunca, el ejercicio del sentido común y de  responsabilidad individual y colectiva.