DOS MIRADAS

Ritos y belleza

El Vaticano domina la 'mise-en-scène': basta ver las imágenes de la bendición urbi et orbi que el Papa ofreció el 27 de marzo

El papa Francisco imparte la bendición urbi et orbi en soledad, desde una plaza de San Pedro del Vaticano totalmente vacía, el pasado 27 de marzo

El papa Francisco imparte la bendición urbi et orbi en soledad, desde una plaza de San Pedro del Vaticano totalmente vacía, el pasado 27 de marzo / periodico

Josep Maria Fonalleras

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Pocas imágenes tan desoladoras como las de la bendición urbi et orbi, para la ciudad y para el mundo, que el papa Francisco hizo el 27 de marzo. Las recoge la agencia Vatican News en poco más de un minuto y parecen fotogramas de una película de ciencia ficción, no por los efectos especiales, sino por la escenografía inquietante de la ceremonia.

El mensaje del Papa quiere ser esperanzador y transmite confianza en el Dios que protege, pero el paisaje es apocalíptico. Un hombre solo, cansado y que camina con dificultades, se enfrenta al panorama majestuoso de una plaza de San Pedro vacía. Llueve, los adoquines están lustrados, bruñidos por el agua y por el reflejo de los focos, que también iluminan el altar donde este hombre anciano se dirige a la nada. Al fondo, una Roma también desierta y primaveral.

Si algo tiene el Vaticano es que domina la 'mise-en-scène'. Hay un crucifijo del siglo XVI y un bellísimo y antiguo icono bizantino  –la Virgen conocida como Salus Populi Romani, de Santa Maria Maggiore– a la que san Gregorio Magno, en el siglo VI, invocó contra una peste negra. Las epidemias retornan, también los ritos. Y una cierta belleza, en esta soledad escalofriante