CON LA VISTA PUESTA EN EL MAÑANA

El paso del ecuador

No es el momento, todavía, de poner en evidencia los muchos errores cometidos, pero sí habrá que hacerlo y sí hay que ir reflexionando sobre todo lo que ha pasado

Un hombre regresa de la compra por una Via Laietana completamente vacía por el estado de alarma

Un hombre regresa de la compra por una Via Laietana completamente vacía por el estado de alarma / periodico

Eulàlia Vintró

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En el mundo universitario, y desde hace décadas, se conoce como paso del ecuador la superación de la mitad de los estudios académicos y se acostumbra a celebrar de maneras diversas, desde las iniciales misas católicas hasta viajes y fiestas nocturnas donde reina el alcohol.

Al parecer, en nuestro país hace un par de días que hemos superado la mitad del confinamiento fijado el día 13 de marzo con una duración de dos semanas, pero que fue alargado unos días después con la misma duración y que, si el Congreso lo aprueba esta semana, aún tendrá un segundo alargamiento idéntico en el tiempo. Es decir, seis semanas encerrados en casa y siguiendo unas medidas muy estrictas en cuanto a salidas autorizadas, uso del transporte público o privado y puestos de trabajo preservados.

Hace un mes nadie habría imaginado que podríamos vivir una situación como esta y el inicio del estado de alarma, aunque ya se empezaba a ver venir, supuso un choque importante para la mayoría de la población, que no podía ni imaginar cómo superaría aquella quincena. Vale la pena subrayar que, en una inmensísima mayoría, la ciudadanía ha dado muestras de gran responsabilidad y de notable solidaridad.

Respuestas necesarias

Con la vista puesta en la luz del final del túnel y con la prudencia que exige saber que el confinamiento no se acabará de golpe y que habrá que hacerse a la idea de que la recuperación de la normalidad va para más largo, también comienza a ser un buen momento para aprovechar el tiempo libre del que disfrutamos una gran parte de la ciudadanía, sin olvidar a las personas que están mucho más angustiadas en el campo de la salud, de la seguridad, del campo, de la alimentación y del transporte público, por citar algunas, para reflexionar.

No es el momento, todavía, de poner en evidencia los muchos errores cometidos por  los dirigentes políticos e institucionales, pero sí habrá que hacerlo y sí hay que ir reflexionando sobre todo lo que ha pasado para acertar en el diagnóstico y en la crítica imprescindible, así como en las posibles soluciones. Personalmente, considero que hay algunas cuestiones que no pueden quedar sin respuesta, como, por ejemplo, que el gasto en salud no hubiera recuperado y superado el nivel anterior al 2008; que las residencias de la tercera edad en Catalunya, en Madrid y otros lugares hayan generado un tercio de la mortalidad; que la investigación, hoy tan mencionada, tenga tan poca financiación; que la Conferencia Episcopal no haya hecho ninguna aportación; que algunos políticos hayan priorizado sus intereses partidistas y personales a los de la unidad, la colaboración y la solidaridad; que Europa no evite la pandemia en los campos de refugiados griegos ni asuma de forma corresponsable las dificultades por el covid-19 de los estados del sur.

Se vuelve a hablar de los Pactos de la Moncloa. Como persona que participó en las sesiones parciales dedicadas, en mi caso, a educación, quisiera enfatizar que el elemento singular fue la voluntad de aportar ideas y propuestas por parte de todas las fuerzas políticas participantes, dejando de lado las posturas críticas y los enfrentamientos ideológicos a fin de llegar a acuerdos viables y positivos. De momento no es esa la actitud la que percibo hoy entre los posibles protagonistas de nuevos pactos.

En el paso del ecuador se suele intuir la nota final: en cuanto a la ciudadanía y a los profesionales de todo tipo que están en la primera línea, excelente, pero con respecto a los políticos nacionales, europeos e internacionales, falta mucho por ver.