Al contrataque

La casa de los (errores) horrores

Algunas equivocaciones de gestión de la crisis son comprensibles, otras inaceptables. La pregunta es: ¿aprenderemos algo?

Votaciones en un colegio electoral de París, el pasado 15 de marzo

Votaciones en un colegio electoral de París, el pasado 15 de marzo / periodico

Carles Francino

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

China camufló la gravedad del brotereprimió a los médicos que se atrevieron a denunciarlo y trató de barrer bajo la alfombra un problema de salud que se ha revelado global. Italia tardó en adoptar medidas de aislamiento, sobre todo en Lombardía, y permitió una diáspora general que propagó la enfermedad. España fue incapaz de mirarse en ese espejo y desperdició unas semanas preciosas para prepararse; hoy acumulamos muertos, exhibimos carencias sanitarias y coleccionamos nuevos parados. Francia hizo honor a su 'grandeur' y mantuvo las elecciones municipales contra viento y marea, cuando la alarma ya era máxima; millones de personas votando entre urnas y mascarillas: lo nunca visto. Alemania y los Países Bajos defendieron a capa y espada el derecho a la libertad individual y no dictaron recomendaciones u órdenes de confinamientos hasta que los contagiados y los muertos les salían por las orejas.

El Reino (aún) Unido tiene a un primer ministro infectado que bromeó con las medidas de higiene y coqueteó con la ecuación víctimas por riqueza; el "plata o plomo" de Pablo Escobar en versión Shakespeare. Algo parecido ocurrió en Estados Unidos, que se ha topado con un vendaval de muerte y ruina después de que su presidente menospreciara chulescamente el riesgo; no se me ocurre lección más dolorosa para desenmascarar al campeón del populismo. En Brasil, uno de sus alumnos aventajados ha cruzado todas las líneas de sensatez con sus desplantes a los científicos. Y en México -para que se vea que la estupidez no entiende de ideologías- el presidente animó a sus compatriotas a disfrutar de fiestas y restaurantes antes de verse atropellado, como todos, por la cruda realidad.

Este es nuestro planeta, una casa de horrores… y de errores; algunos comprensibles, otros inaceptables. La pregunta es: ¿aprenderemos algo? Por cierto, el caso del <strong>rey de Tailandia</strong>, que se marchó del país con veinte concubinas a un hotel de Alemania, ese ya ni lo menciono. Porque su reino no es de este mundo… ¿O sí?