análisis

Algo más sobre el virus de Benito

Las necrológicas de la prensa madrileña han despedido al 'Hacha Blanca' con cortesía aunque con más sinceridad que en otros casos parecidos

Benito, Cruyff, Zoco y Asensi, en un clásico en el Camp Nou.

Benito, Cruyff, Zoco y Asensi, en un clásico en el Camp Nou. / periodico

Antonio Bigatà

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Muchos de nosotros odiamos la violencia. El coronavirus lo es parecido a ella. Ahora se ha llevado a Goyo Benito, defensa central del Real Madrid en los pasados años 60 y 70. En su vida privada debía ser un buen tipo porque sabemos que su familia y sus amigos le querían y lamentan su pérdida. Pero como deportista  no fue en absoluto un hombre modélico.

Las necrológias de la prensa madrileña le han despedido con cortesía aunque con más sinceridad que en otros casos parecidos. Le han retratado cuidadosamente como "vigoroso", "contundente" y "expeditivo", y  han roto  con las penosas complicidades con que algunos de los periodistas madridistas del pasado consistieron y ayudaron a sus barbaridades, de las que llegó a convertirse en prototipo. Julián García Candau, por ejemplo, recuerda a las nuevas generaciones que Benito se hizo merecedor del apodo "Hacha Blanca", que era como le llamábamos los periodistas deportivos de Barcelona por el fondo y la forma como abordaba a los delanteros blaugranas, el grupo de riesgo que tenía la mala suerte de tener que encontrarse con él.

Como explica Alfredo Relaño  este jugador sobresalió en unos años feroces en que como no se televisaban los partidos los defensas actuaban con casi total impunidad porque nadie podía revisar después lo que habían hecho. Las fotografías, a veces expresivas,  sólo reflejan una milésima parte de lo que llegaron a ser algunas entradas violentas.

Los árbitros, Plácido Domingo

¿Responsabilidades? La primera era lo que hacían y pensaban determinados jugadores (Benito confesaba que "si un defensa no es duro es un cachondeo"). La segunda, de los árbitros, que ya iban con mucho cuidado si tenían que castigar algo del Real por la presión del ambiente madrileño, de la prensa capitalina y de los seguidores poderosos que tenía la entidad blanca. Tercera, la complicidad de los locutores y cronistas que ante excesos desmesurados siempre sabían decir aquello de "el fútbol es un deporte de contacto", "ha sido una jugada de juego viril, racial"o ya más directamente "era una de aquellas situaciones en que la obligación del defensa es que si pasa el balón no pase el jugador".  

Plácido Domingo ha confesado -"cantado" diría la policía- en relación a otro tipo de tropelías que "aquellos años las cosas iban así, todos las hacíamos, y no se deben juzgar con los criterios de ahora". Es verdad que Benito tenía compañeros de estilo. En el Madrid fue del mismo pelaje De Felipe, que cortó en seco la prometedora carrera  barcelonista de Bustillo, y de hace menos tiempo son los peligrosos arrebatos de locura de Pepe; del Bilbao nadie olvida al lesionador reincidente Andoni Goikoetxea, y se hicieron famosos en el Granada, un club especialista, Aguirre Suárez y Fernández. 

No hago partidismo al excluir de ese cuadro del deshonor a jugadores del Barça. Sus leñeros han sido de otra dimensión quizá porque su  público --otro factor de complicidad culpable- siempre ha sido algo diferente. Un ejemplo: a Eladio la grada del Estadi nunca le azuzó con nada parecido al canto ampliamente coral que se oía en el Bernabeu , "Benito, mátalo",  cuando algún delantero adversario enfilaba con el balón hacia la portería madridista.

¿Hubo más cooperadores necesarios? Sin duda. Benito fue poco castigado y las sanciones existían. Cortizo, que tuvo la mala suerte de jugar en el Zaragoza y no en el Madrid, fue suspendido en esos tiempos por 24 partidos tras una entrada criminal. El Madrid que se sepa nunca amonestó a Benito, en las necrológicas se ha podido leer que "fue un referente del madridismo" y la misma nota oficial redactada desde el Bernabéu subraya que "fue siempre un ejemplo de los valores de nuestro club".

Gárate, Biri Biri

Con todo, los periodistas de Madrid que no han querido quedarse con mala conciencia recuerdan su eficacia "aunque sin técnica", y que  tenía imagen de "individuo sin miramientos". Alguno llega más lejos  y sacan del olvido que a Gárate, un ejemplo de seriedad personal y calidad técnica en nuestro fútbol por su seriedad personal y su calidad técnica, le pegó tanto que este le pidió a su entrenador, Luis Aragonés, que no le volviese a alinear frente a aquel defensa, mientras que un delantero del Sevilla, Biri Biri, confesó que en cierta ocasión, ya morado, se rebajó y le dijo: "por favor, no me pegue más señor don Benito".

La violencia es un  virus malo que daña muchísimo al fútbol y no tiene otro cortafuegos que una postura colectiva nítida de atacar cualquier complicidad cobarde con ella. Y rechazar los eufemismos que disimulan que además de delito es una antideportividad. "Llevo el deporte en la sangre" , dijo en cierta ocasión Benito, que descanse en paz, en la única vez en que vinculó curiosa y explícitamente las palabras "deporte" y "sangre".