LA CLAVE

La orgía del odio

España nos mata. (Mmm..., pero si nos mata no podrá seguir robándonos). La jauría digital no descansa ni en plena pandemia: juicios sumarísimos de dos líneas seguidos de linchamiento y descuartizamiento.

Ataúdes dispuestos en el aparcamiento del tanatorio de Collserola, el 2 de abril

Ataúdes dispuestos en el aparcamiento del tanatorio de Collserola, el 2 de abril / AP / FELIPE DANA

LUIS MAURI

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No hay tiempo para tonterías. La razón debiera ser un imperativo en la emergencia global, pero las sandeces campan por doquier.

Miles de ciudadanos enferman y mueren. Los geriátricos son pabellones mortuorios. El coronavirus es agresivo, pero más letal todavía es la <strong>falta de ucis</strong>. El virus propone y el estado de la sanidad pública dispone. La canibalización inclemente del sistema sanitario durante la década austericida pasa una factura fúnebre.

Los gobiernos no se tomaron en serio los primeros avisos. Tampoco muchos epidemiólogos, incluido alguno que acaba de descubrir ciertas mieles del vedetismo político-mediático.  Ay, qué dañinas son las rencillas y las envidias profesionales. Góngora contra Quevedo, Quevedo contra Góngora. Esto iba a ser una gripe, quizás severa pero no más. Todos coincidían en esto no hace tantas semanas. Cada una de aquellas semanas es hoy un siglo.

China tampoco ayudó cuando escamoteó información en los comienzos de la epidemia. El virus siempre ha ido por delante en esta carrera. Los gobiernos, detrás. La OMS también. Todos boqueando, improvisando, rectificando sobre la marcha, persiguiendo a la pata coja a la realidad. La <strong>mascarilla </strong>es el símbolo bochornoso de una gestión extraviada. Sí, no; no, sí..., y cuando las autoridades sanitarias nacionales e internacionales coinciden al fin en que sí, los ciudadanos no pueden comprarlas: no hay existencias. Y las máscaras caseras no son más que un placebo voluntarioso.

La fiebre durará

El plan de legislatura del Gobierno progresista ha saltado por los aires. La economía se ha fundido en negro. El paro galopa desbocado. Las casas (en la calle está prohibido) están atiborradas de trabajadores despedidos. El plan de abordaje del conflicto catalán se ha esfumado. Los calendarios electorales también. La fiebre durará. Europa hace una vez más de Europa y niega la solidaridad integral. Ojo con el abismo, Europa.

No hay tiempo para tonterías, pero abundan. Algunas, muy graves. Bien alimentada y azuzada, la jauría digital se engolfa en una orgía de odio. España nos mata. (Mmm..., pero si nos mata no podrá seguir robándonos). Juicios sumarísimos de dos líneas seguidos de linchamiento y descuartizamiento.

Tras la pandemia, el mundo será otro o el mismo.