al contado
La gran ficción del gasto en sanidad
Una vez que se supere la tormenta, además de aplaudir habrá que dotar al sistema público de los recursos que merece
Agustí Sala
Redactor jefe de Economía
Además de El Periódico, trabajé de 1989 a 1990 en La Economía 16, como responsable de Economía en el Diari de Barcelona, de 1989 a 1990; en la sección de Economía de TVE Catalunya de 1987 a 1989, en Antena 3 de Radio, de 1985 a 1987 y en el Diari Menorca, de 1983 a 1985 y Radio 80-Menorca. Además la licenciatura en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona (1992-1986), tengo un posgrado en dirección general (PDG) 2011-2012y un curso de Márketing Digital y Redes Sociales por la EAE Business School
Agustí Sala
Estos días de combate a brazo partido contra el coronavirus nos acordamos de los médicos, de las enfermeras y de todos los profesionales del sector sanitario que se encuentran en primera línea del campo de batalla. Son imprescindibles, aunque muchas veces, en especial cuando vamos bien de salud, no lo recordemos. Es aquello de que uno solo se acuerda de Santa Bárbara cuando truena. Y hoy vivimos una tormenta casi apocalíptica.
Cuando superemos el covid-19, porque, no lo dudemos, llegará un momento en el que lo frenaremos, o mejor dicho, lo harán el personal sanitario, así como científicos enzarzados en una carrera en busca de tratamientos y vacuna (otros a los que, por cierto, no solemos tratar tampoco con mucho mimo) tendremos tiempo para más análisis.
En todo caso, Catalunya destina, sobre el papel, más de 9.000 millones anuales a la sanidad. Eso es lo que reflejan las cuentas públicas. Pero son eso: "pre-supuestos". Ya lo indica la propia palabra. Ni un solo ejercicio se ha cumplido lo que constaba en la ley más importante de las que aprueba el Parlament (se ha hecho, por cierto, pocas veces en los últimos años, ya que aún funcionamos con el presupuesto del 2017, elaborado por Oriol Junqueras).
El sistema está infrafinanciado y fue víctima de un gigantesco tijeretazo durante 4 años de los mandatos de Artur Mas fue 'president'. El presupuesto del 2013 cayó hasta los 8.134 millones, 1.770 millones menos que en su punto más alto, en el 2010, con José Montilla al mando. Pero esas cifras no son del todo ciertas, ya que una cosa es el presupuesto y otra lo realmente gastado.
En el punto más bajo tras los recortes, en vez de 8.134 millones, el gasto real fue de 8.774 millones y en el más alto, de 10.299 millones. Todo por efecto del gasto desplazado de ejercicios anteriores, que llega a superar muchos años de largo los 1.000 millones. Y además cantidades similares no se contabilizan en el año en curso. En resumen, se gasta más de lo presupuestado, pero no porque se invierta más sino porque con dinero del nuevo ejercicio se pagan facturas atrasadas.
El presupuesto es así una gran ficción que enmascara una infrafinanciación que expertos como el catedrático Guillem López Casasnovas, en su trabajo 'La enfermedad de la sanidad catalana', cifran en unos 5.000 millones. Esa es la cantidad en la que debería incrementarse anualmente para llegar al nivel de la media de los países de la OCDE con un PIB y un grado de envejecimiento de la población similares. Está bien aplaudir cada día, el personal sanitario lo agradece, pero cuando el temporal amaine seguro que les encantará que se dote al sistema público de los recursos que merece.
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