Adiós al músico

Dos conversaciones con Nubla

Yo, a Víctor Nubla, siempre le recuerdo con música de fondo; y se ha muerto ahora que la ciudad está callada

Víctor Nubla, en el 2013

Víctor Nubla, en el 2013 / periodico

Isabel Sucunza

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Atesoro dos conversaciones con Víctor Nubla. Una fuera de su órbita, en un bar turístico de la plaza de la Catedral. De fondo sonaba el último concierto de Pascal Comelade; él acababa de bajar del escenario y huía del 'backstage'. “Vamos a un bar”, nos dijo a Aleix Salvans y a mí al encontrarnos de casualidad en medio de la multitud; “pero, Comelade…”, dije yo; “llevamos aquí desde las cinco de la tarde, trabajando, y ahora –señaló a la parte de atrás el escenario- llegan esos. ¿Vienes o no?”. Miré, vi un par de caras eternas de la política 'cultural' y claro que me fui con él.

En el bar nos pusimos a hablar, como si lo conociéramos de toda la vida, con un camarero que parecía agradecido porque alguien le dijera algo más que “sangrüia” y “paelia”; no reímos cuando nos contó por qué Albert Pla no había llegado a tiempo al concierto; hablamos de Pepino Pascual, de Casasses, de Theros y de Comelade, claro. Yo le iba mirando a Aleix de reojo pensando (creo que se lo dije, de hecho) que ojalá estuviera tomando nota de todo aquello que Nubla decía. Desde fuera nos llegaba la música, el ruido de la lluvia que iba y venía y los aplausos.

La segunda conversación fue también en un bar, pero fuera, en la puerta, y en su territorio, esta vez sí: tan en su territorio que aquello era Gràcia y salíamos de un concierto del LEM. Le felicité: la música había sido genial y el bar estaba llenísimo. Me explicó cómo lo habían montado todo con cuatro duros y cuatro sitios para tocar; cómo cada año iban a menos de presupuesto, de salas abiertas… Nos reímos, por no llorar, cuando contó cómo se las apañaban para pagar a los músicos dignamente. Desde dentro, otra vez, llegaba música y follón de gente: yo, a Nubla, siempre le recuerdo con ese ruido de fondo.

Nubla se ha muerto ahora que la ciudad está callada, no sé si lo habéis notado. Y, ya lo veremos cuando volvamos a salir, pero a mí me hace sufrir que no fuera él quien, además de grabarla, se encargaba de hacerla sonar.

TEMAS