En clave europea

La UE se juega el futuro

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, participa en una videoconferencia con los líderes de la UE en el edificio del Consejo Europeo en Bruselas, el pasado 10 de marzo.

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, participa en una videoconferencia con los líderes de la UE en el edificio del Consejo Europeo en Bruselas, el pasado 10 de marzo. / periodico

Eliseo Oliveras

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La Unión Europea (UE) se enfrenta con el coronavirus a una crisis sanitaria, socioeconómica, política y geoestratégica decisiva. La respuesta de sus 27 miembros y de las instituciones europeas a cada uno de esos retos determinará la vida cotidiana de sus 450 millones de ciudadanos y el papel de la UE en el mundo durante los años venideros. La fragilidad de los cimientos de la UE ha quedado de manifiesto con la reacción nacionalista inicial de los Veintisiete a la pandemia, el cierre de fronteras, la falta de solidaridad con Italia, la división sobre cómo financiar la reactivación y las fracturas norte/sur y este/oeste.La división de los Veintisiete y la falta de solidaridad europea representan "un peligro mortal a la UE", ha advertido JacquesDelors, el emblemático presidente de la Comisión Europea de 1985 a 1995.

A nivel sanitario, la Comisión Europea ha emprendido las primeras iniciativas de coordinar la compra de suministros y la investigación del virus, pero los Veintisiete siguen compitiendo por separado para obtener mascarillas, equipos y medicinas. Tras la negativa inicial, Italia ha recibido alguna ayuda de sus socios europeos. Pero la imagen que sigue vigente es la decisión de Berlín y París de prohibir la exportación de material sanitario y el aterrizaje en Italia de aviones de China y Rusia con personal y equipos sanitarios.El 88% de los italianos considera que la UE no está ayudando al país ante la pandemia, según los sondeos, lo que favorece a la ultraderecha euroescéptica.

Los países de la UE con más fallecidos por el virus -Italia, España y Francia- tienen dificultades en afrontar la epidemia por su drástica reducción de camas hospitalarias de los últimos 30 años. Pese al aumento de la población, desde 1990 Francia ha suprimido 180.000 camas, Italia 218.000 y España 28.000, según Eurostat y los datos franceses.

Desigualdad más evidente

La epidemia ha hecho aún más evidentes las desigualdades sociales en la UE, con unas tasas de incidencia del virus siete veces superiores en los barrios pobres de las grandes ciudades respecto a las zonas más acomodadas, como reflejan los datos de Barcelona y las ciudades de la periferia en España. 

El confinamiento y la parálisis económica genera suspensiones masivas de empleo y recortará los ingresos de millones de familias en la UE. Está por ver si las medidas de adoptadas por los gobiernos serán suficientes para mantener a flote a las familias y a las pequeñas y medianas empresas, dada la elevada precariedad laboral y financiera. En Francia, pese a las ayudas gubernamentales y el seguro de paro, se estima que los más de 2,2 millones de asalariados afectados por suspensión temporal de empleo perderán 216 euros mensuales. En Italia, el Gobierno ha tenido que movilizar de urgencia 400 millones para vales de comida.

La UE ha suspendido temporalmente la aplicación de las estrictas normas de déficit público del pacto de estabilidad para permitir a los gobiernos afrontar los enormes gastos de los planes de ayuda. El riesgo es que Berlín y sus aliados quieran reinstaurar su aplicación tan pronto como ellos se sientan cómodos, como hicieron en el 2010, cuando impusieron la política de austeridad y hundieron en una segunda recesión a la eurozona, que salía tambaleante de la primera causada por la crisis financiera del 2008.

Enfrentamiento

Mientras el Banco Central Europeo (BCE) ha acabado interviniendo con decisión, la financiación de los planes de rescate de ciudadanos y empresas y la posterior reactivación económica enfrenta a los Veintisiete. Un grupo encabezado por Francia, España, Italia y Portugal reclama una movilización colectiva de fondos de la UE, peroAlemania, Holanda, Austria y Finlandia quieren condicionar la ayuda europea a planes de ajuste como en el pasado.

La decisión del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, de aprovechar la coyuntura para reforzar su régimen autoritario, ha añadido una crisis política. La tímida respuesta de la Comisión Europea y el silencio de los líderes de los estados afianzarán el autoritarismo en otros gobiernos, como Polonia, y reforzarán a la ultraderecha que tiene a Orban como el ejemplo a seguir.

A nivel internacional, si la UE no intenta suplir la ausencia del liderazgo norteamericano en la gestión mundial de la pandemia, se expone a que el vacío dejado sea ocupado por China y Rusia. Ambos países están multiplicando sus gestos simbólicos para ampliar su influencia y promover su agenda internacional y su modelo político, mientras la UE aparece debilitada y divida.