RECUERDOS DE JUVENTUD
Cuando Benito pisaba el Camp Nou
Emilio Pérez de Rozas
Periodista
Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB. Hijo de Carlos Pérez de Rozas, sobrino de Kike y Manolo Pérez de Rozas, integrantes de una auténtica saga de fotoperiodistas. Trabajó en Diario de Barcelona, fundador de El Periódico de Catalunya en 1978 también formó parte de la redacción en Catalunya del diario El País. Colaborador del diario deportivo Sport y vinculado al departamento de Deportes de la cadena COPE, que dirige Paco González. Emilio suele completar muchas de sus informaciones con sus propias fotos, en recuerdo a lo aprendido junto a su padre y tíos.
Emilio Pérez de Rozas
No voy a entrar aquí si jugaba mal, bien o regular, si era un fino estilista (poco), o un defensa central de los que marcaban la línea. Solo sé que este tipo duro del bigote me impactó la primera vez que le vi en el Camp Nou. Y le vi muchas. Y de muy cerca. Y, por supuesto, de aquí la historia, le oí decir algo que nunca, jamás, he escuchado a nadie más. No, no, ni siquiera a las grandes estrellas y enormes, tremendas, que ha tenido el Barça en los últimos 50 años.
Yo debía tener, bueno, no, yo tenía 20 años (1972), es decir, hace más de 40 años, que ya son. Y papá ya me llevaba, junto a mi hermano Carlos, bueno, Carlos menos porque ya trabajaba de diseñador (entonces se llamaban compaginadores), al campo del Barça y del Espanyol para que le ayudase y/o aprendiese a hacer fotos.
Yo iba con una de las Leica M-3 de papá y un pequeño teleobjetivo, un 135mm (ahora llevan hasta un 500mm.) y siempre esperábamos, junto al foso, la salida de los jugadores y el sorteo de campo para saber a qué portería iba a atacar el Barça para irme con papá a uno de sus laterales.
Liceo del fútbol
Y recuerdo que siempre que jugaba el Real Madrid y siempre que Benito estaba en su alineación (que era siempre, claro), en el momento en que los blancos salían en fila por el foso, subían las escaleras y enfilaban, todos juntos, el centro del campo para saludar, bajo una pitada ensordecedora, Benito, gallardo él, estiraba el cuello, levantaba muchísimo la cabeza, miraba a su alrededor, abría los ojos como platos, daba un par de giros sobre sí mismo mientras seguía caminando hacia el centro del campo y, mirando a sus dos o tres compañeros de fila, tal vez Zoco, probablemente Pirri, sin duda Grosso o Amancio, les decía: "Jóder, en este campo, es imposible jugar mal a fútbol".
Le oí pronunciar esa frase antes del pitido inicial de cada clásico de aquella época juvenil (mía). Y jamás olvidé esa frase, pues nunca se la oí a nadie más, solo a él. Nunca la escuche de jugador del Barça alguno. Podían pensarlo, por supuesto,¡claro que la pensaban!, pero jamás la verbalizaron. Benito la decía cada vez que jugaba el clásico en el Camp Nou. Insisto, no sé si, después, iniciado el partido hacía o no honor a ese privilegio, el de jugar, en efecto, en uno de los grandes liceos del fútbol, pero, insisto, Benito sí sabía que el Camp Nou era la meca.
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