Opinión | Editorial

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Niños y confinamiento

Es comprensible que se reclame suavizar el encierro de los menores, pero el objetivo de cortar los contagios es prioritario

Unos niños juegan a fútbol en una zona privada de la comunidad de vecinos de Barcelona, el 18 de marzo del 2020

Unos niños juegan a fútbol en una zona privada de la comunidad de vecinos de Barcelona, el 18 de marzo del 2020 / periodico

Después de casi tres semanas de confinamiento en casa, con las escuelas cerradas y sin posibilidad de salir a la calle debido al estado de alarma, se han empezado a escuchar voces que reclaman un trato diferencial para con los menores de edad. Padres y madres, por supuesto, pero también psicólogos y pedagogos, proponen que se establezca la posibilidad de que niños, niñas y adolescentes puedan abandonar temporalmente la reclusión para respirar, caminar, dejar por unos momentos el hogar compartido.

La casuística es tan diversa como lo son las familias y su entorno, pero lo cierto es que hay muchos casos en los que la convivencia en un espacio reducido se hace tremendamente difícil. Más allá de la problemática escolar y de la disciplina que implica una rutina lo más cercana posible a lo que sería una situación normal, y más allá de las actividades que se llevan a cabo con los menores –que van desde la diversión y el entretenimiento a la lectura y el estudio– es verdad que esta edad implica también la necesidad de un mínimo ejercicio, que no solo es beneficioso en la físico sino también desde el punto de vista psicológico, un aspecto este en el que los profesionales ponen especial énfasis.

El hecho que en otros países europeos puedan salir a la calle, como acaba de ocurrir con la reciente disposición en Italia (aunque en la Lombardía, por ejemplo, han decidido no seguir las indicaciones estatales y mantener la reclusión) y la comparación con otras circunstancias (como el reglamentado paseo de mascotas) inciden en la demanda creciente de una válvula de escape para los menores, aunque sea breve y restringida al entorno más inmediato.

Hay que valorar enormemente el sacrificio de las familias. Una de las primeras disposiciones cuando se relaje el confinamiento, como en Italia, podría ser permitir a los niños salir acompañados por un adulto. De ser así,  una decisión de este tipo debería llevarse a cabo bajo criterios restrictivos, confiando en la responsabilidad paterna y evaluando los riesgos evidentes de un levantamiento temporal y controlado de la reclusión. El objetivo prioritario debe seguir siendo cortar la cadena de contagios de la pandemia.