Chequeo
Industria de guerra
Trump invoca una ley de Defensa para forzar a General Motors a fabricar respiradores. Seat ya trabaja en ello en Martorell
Rosa María Sánchez
Redactora jefe
Premio Carlos Humanes de Periodismo Económico 2020. Máster Universitario en Investigación en Periodismo por la Universidad Complutense, en 2023. Profesora en el Título de Postgrado Especialista en Información Económica de la Universidad Nebrija. Colaboradora en RNE.
Hablar de «industria de guerra» en estos tiempos no es un abuso más en la utilización del lenguaje bélico. La expresión hace referencia al hecho objetivo que lleva a los Gobiernos a poner la capacidad productiva de sus fábricas al servicio del bien común de garantizar el autoabastecimiento cuando una situación bélica amenaza los suministros.
La pandemia ha sumido a los países en una guerra contra el enemigo común del coronavirus. Es una contienda en la que hay escasez de material sanitario en todo el mundo. Urge poner a la industria nacional al servicio de esta producción y el presidente de EEUU, Donald Trump, ha llegado a invocar la Ley de Producción de Defensa, una norma de 1950 que data de la guerra de Corea, para forzar a la firma de automóviles General Motors a fabricar ventiladores para los respiradores necesarios en los hospitales.
En España no se ha llegado a ese extremo, ni mucho menos. En el Gobierno se habla de «industria de guerra» pero, al menos por ahora la puesta a disposición del Gobierno de la capacidad productiva de la industria se está haciendo sin imposiciones formales, aunque bajo la coordinación -eso sí- del Ministerio de Industria.
La industria española del automóvil es la segunda más potente de Europa, tras la de Alemania, y la novena del mundo y tiene ahora sus plantas paradas por la ruptura de la cadena de suministro.
Sin necesidad de invocar ninguna ley de guerra,como ha hecho Trump, Renault ya ha puesto en marcha sus impresoras 3D para fabricar mascarillas.
Lo mismo está haciendo Seat en Martorell, donde también e está trabajando en elementos para respiradores a partir de motores de limpiaparabrisas, como explicaba Xavi Pérez en un reciente reportaje. Hace falta avanzar, sin embargo, en la homologación de toda esta producción. Es en ese punto donde el Estado puede hacer su aportación en esta suerte de «industria de guerra» facilitando el logro del objetivo irrenunciable de la homologación y cumplimiento de las exigencias sanitarias y haciéndose corresponsable, con la empresa, del desarrollo tecnológico para evitar posibles fallos.
Algo se está moviendo. Este domingo un tren AVE transportó desde Barcelona hasta Madrid una pieza proveniente de Manresa necesaria para el desarrollo de un proyecto de prototipo de fabricación de respiradores artificiales que promueven Airbus España y la Universidad Rey Juan Carlos.
Y lo mismo, con la fabricación de batas y mascarillas en la potente industria textil española o con el posible desarrollo de geles desinfectantes por las firmas químicas y alcoholeras.
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