al contado

Coronavirus: Imbéciles, graciosos... e insolidarios

Una de las actitudes más decepcionantes en esta crisis ha sido la de algunos países de la UE

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, participa en una videoconferencia con los líderes de la UE en el edificio del Consejo Europeo en Bruselas, el pasado 10 de marzo.

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, participa en una videoconferencia con los líderes de la UE en el edificio del Consejo Europeo en Bruselas, el pasado 10 de marzo. / periodico

Agustí Sala

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Se dice que en circunstancias como las actuales surge lo mejor y lo peor de las personas y de la sociedad. El principio se está demostrando válido y contrastable con la realidad que vivimos en esta situación de estado de alarma por la propagación del coronavirus. Por fortuna, hay muchos casos de lo mejor, que se podría resumir en esa ovación vespertina de los ciudadanos confinados en sus casas al personal sanitario y a todas aquellas personas que siguen trabajando para que los demás no nos ahoguemos entre basuras, que encontremos lo más básico y esencial en los supermercados... 

Y hay muchos casos más, que van de quienes se ofrecen voluntarios para construir hospitales de campaña o quienes se ofrecen para echar una mano a las personas mayores hasta las empresas que hacen donaciones, aceleran el pago a sus proveedores o ingenian sistemas para que sus clientes puedan liquidar las facturas más adelante, cuando pase lo peor de una crisis que es sanitaria, pero que será social y económica.  

De todas formas, aunque más minoritarios, también hay representantes de la otra cara de la moneda. La semana pasada hablábamos de los apóstoles del "yo ya lo sabía". Pero esos, aunque molestos, quizás son los menos dañinos. El periodista Iñaki Gabilondo se hacía eco el otro día en el videocomentario diario que realiza de tres categorías: los imbéciles, los graciosos y los delincuentes. En resumen, una turba de carroñeros que, aunque no es mayoritaria, disfruta, cuando no trata de sacar partido, del sufrimiento ajeno.

Los primeros, los imbéciles, son esos que tratan de saltarse el confinamiento que cumple la mayoría con tretas diversas que demuestran incivismo y absoluta irresponsabilidad. Los segundos, los graciosos, son aquellos que se entretienen propagando bulos y mentiras a través de las redes sociales que atemorizan, en general, a la parte más débil de la sociedad . Y los terceros, los delincuentes, engloban desde los que, aprovechando la desgracia, tratan de colar todo tipo de fraudes y estafas; hasta quienes lanzan ciberataques a la red hospitalaria para tratar de obtener un rescate.

Y, a mi juicio, hay otra categoría ciertamente lamentable: los insolidarios, que cobran su mayor dimensión en la cerrazón de <strong>Alemania</strong>, <strong>Holanda</strong> o <strong>Austria</strong>, opuestos a mecanismos de mutualización como los denominados 'coronabonos'. Decepcionante ¿No les bastó con la desafección hacia Europa que provocaron durante la crisis anterior al quitar oxígeno -el denominado 'austericidio'- a quienes carecían de aire para respirar? Espero que la realidad de una pandemia que no sabe de fronteras ni banderas, una situación extraordinaria que merece soluciones de la misma naturaleza, les haga recapacitar.