Los grados de reclusión

La idea fuerza de Torra

El marco de la reclusión no debería ser un objeto de disputa, sino evolucionar según criterios médicos, sociales y económicos. Pero Torra ha hecho del confinamiento total su fortín, defendido por una guardia pretoriana digital que manipula y acosa

Personal sanitario y de Médicos sin Fronteras preparando el pabellón de las Comes de Igualda como hospital de campaña.

Personal sanitario y de Médicos sin Fronteras preparando el pabellón de las Comes de Igualda como hospital de campaña. / periodico

Emma Riverola

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El coronavirus pilló al Gobierno catalán con los deberes sin hacer. Igual que al español. Sin material ni previsión y con una sanidad diezmada por los recortes. El jueves 12 de marzo, el Ejecutivo de Pedro Sánchez inició una deliberación que se alargaría hasta el viernes. Se decidió declarar el estado de alarma y se comunicó oficialmente el sábado. Dos días antes, el jueves por la noche, la Generalitat confinó Igualada. El día siguiente, a la espera del anuncio de Sánchez, Torra pidió el cierre de Catalunya. Y de ahí saltó a la petición de un confinamiento total.

La propuesta de Torra es una idea fuerza, una palanca capaz de impactar en el mundo real. Es evidente, a más confinamiento, menor contagio. Pero el anhelo de un enclaustramiento absoluto, con los gastos pagados y los suministros distribuidos por drones no existe. Lo más parecido es China. Difícil en una democracia europea y, más aún, no nos engañemos, en el capitalismo liberal. El impacto del covid-19 en el mercado laboral ya es terrible. Las medidas de España están en línea con las de Italia y Francia. Desde el principio, Sánchez anunció que el decreto podría hacerse más severo. Ahora, Torra puede vender como un triunfo personal cualquier modificación.

El marco de la reclusión no debería ser un objeto de disputa, sino evolucionar según criterios médicos, sociales y económicos. Pero Torra ha hecho del confinamiento total su particular fortín, defendido por una guardia pretoriana digital que manipula, denigra, amenaza y acosa. Ya hay sentencia contra el Gobierno central: culpable de asesinato. Esta idea terrible no traerá la independencia, pero afianzará un odio de incalculables consecuencias.

El ‘procés’ no ha conseguido la mayoría social, pero su laboratorio de comunicación sí ha introducido con éxito todas sus ideas fuerza, incluso en algún sector del resto de España. Hasta ahora, los adversarios eran traidores, opresores. Hoy, ya son asesinos. Y tendremos un país en duelo con voces que claman venganza.