Vías contra el coronavirus
Pruebas, vacunas, tratamientos
La investigación biomédica pública y privada se ha puesto en marcha de forma acelerada para tratar de conocer la enfermedad y dieseñar procedimientos para la detección del virus, posibles vacunas y tratamientos
Pere Puigdomènech
Investigador
Pere Puigdomènech
A la vista de la emergencia mundial por la infección por el coronavirus SARS-Cov2 la investigación biomédica pública y privada se ha puesto en marcha de forma acelerada para tratar de conocer el origen de la enfermedad, cómo se transmite y sus efectos. Estos son datos esenciales para la toma de decisiones personales y sociales. Y también se investigan procedimientos para la detección del virus, posibles vacunas y tratamientos. Se están publicando artículos y revisiones sobre ello en las principales revistas científicas del mundo. Según la revista 'Nature' ya hay más de 900 artículos publicados sobre el tema desde el mes de enero hasta ahora. Todo ello debería ayudarnos a combatir una enfermedad que está teniendo grandes efectos sobre la población y la economía mundial.
Desde que a finales de 2019 se reconoció la gravedad de la enfermedad respiratoria aguda producida por virus que apareció en China, la investigación se centró en identificar el virus que resultó ser de la familia de los coronavirus. La secuencia de su genoma fue publicada a principios de febrero de forma abierta lo que facilita su acceso a otros investigadores que la quieran utilizar para investigaciones posteriores. Gracias a conocer el genoma del SARS-Cov2 se han desarrollado pruebas basadas en él que han sido utilizadas en diferentes países, por ejemplo en Corea, para limitar su extensión. Esta prueba implica tomar muestras de mucosidades de nariz o boca, extraer el ADN y ARN y amplificarlo y detectar si la persona está infectada. También se están desarrollando pruebas más fáciles de utilizar y más baratas que se hacen en sangre, basadas en detectar anticuerpos contra el virus, que identifican si una persona ha sido infectada en algún momento, o en detectar los antígenos, que sirven para detectar la presencia del virus en el paciente, como los tests rápidos cuya distribución el Gobierno español acaba de anunciar.
Existen proyectos en distintas partes del mundo para producir vacunas, que es la forma más eficaz que tenemos para combatir a los virus. Existen diferentes estrategias en marcha basadas en una proteína del virus, en el ARN o en conseguir alguna forma de virus atenuado que son las vías clásicas en la obtención de vacunas. Grupos de investigación y empresas ya han comenzado las primeras pruebas en el laboratorio, después habrá que hacer pruebas en animales y finalmente en humanos. De esta forma nos podremos asegurar, siguiendo los procedimientos establecidos, que funcionan y que no tienen efectos colaterales. Y finalmente habrá que producirlas en masa para lo cual hay unas pocas empresas preparadas en el mundo. Todo ello implica meses de trabajo acelerado.
Los tratamientos que tenemos contra virus son muy limitados. Estos utilizan la maquinaria de las células humanas para su actividad y solo hay un número limitado de dianas sobre las que se puede actuar. Además una de sus características es su capacidad de cambiar de forma constante. De todas formas hay experiencia en tratamientos como es el caso del virus del sida que ha conseguido limitar la mortalidad por la enfermedad. Se está proponiendo ensayar fármacos que ya se utilizan para otras enfermedades. Esta aproximación tiene la ventaja de que ya existe experiencia sobre los posibles efectos tóxicos de la substancia lo que puede acelerar su aprobación, aunque hay que comprobar su eficacia contra la nueva enfermedad. Con suerte, en unos meses puede haber resultados aplicables.
Por tanto la investigación sobre la nueva enfermedad covid-19 está en una fase acelerada en las estructuras existentes de investigación públicas y privadas en todo el mundo y en España y en el marco de las regulaciones existentes. Esto quiere decir normativas de ensayos clínicos, de experimentación animal, de bioseguridad, de aprobación de tratamientos y fármacos, pero también cuestiones de patentes, de 'know-how' y de egoísmos nacionales. Todo ello puede acelerarse o soslayarse en casos de emergencia y en ello la actuación de las autoridades públicas es esencial, pero veremos en qué momento llegan a su uso en enfermos.
Con tiempo habrá que reflexionar sobre cómo hemos tratado últimamente a la sanidad pública y a sus trabajadores, cuál es nuestra estrategia para enfrentarnos a emergencias como esta que tiene un origen a millares de kilómetros de nuestras casas pero que tienen que gestionarse localmente y cómo conseguimos que la ciencia prevenga y actúe eficazmente en casos como este. En este momento lo prioritario es seguir las indicaciones de las autoridades sanitarias y colaborar a que los efectos devastadores de la crisis se reduzcan a la mayor velocidad posible.
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