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Los estados contra el pánico

La UE debe coger el toro por los cuernos y no descartar alguna heterodoxia. La América de Trump lo está haciendo

beard los estados

beard los estados / LEONARD BEARD

Joan Tapia

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Cuando llueve, todo el mundo saca el paraguas (o lo compra). Es lo que les pasa hoy a los estados. Ante la inevitable caída de la producción, por el aislamiento de la población para frenar el coronavirus, el mundo entero tiene miedo. La gente común y los mercados, que lo indican con su gran desplome las últimas semanas.

Los gobiernos y los bancos centrales intentan contener el pánicoAnte el peligro de otra fuerte recesión la acción de los estados es imprescindible. La ortodoxa Alemania ya declaró la semana pasada que sacaría el gran bazuka con “dinero ilimitado” para evitar la quiebra de empresas y mantener el empleo, incluso con reducciones de jornada. Francia ha anunciado también un fuerte aumento del gasto público y del crédito a las empresas. Y su liberal ministro de Economía no ha dudado en afirmar que nacionalizaría empresas antes que permitir su muerte. Cuando llueve toda Europa vuelve a un cierto keynesianismo.

En esta línea se inscribe el paquete de medidas español: más gasto social para proteger a los más vulnerables, agilización de los ERTE para ayudar a las empresas obligadas a recurrir y a los trabajadores afectados y oxígeno a las empresas con abundante liquidez.

Está bien, pero puede ser insuficiente porque muchas pequeñas empresas, autónomos y particulares pueden verse forzados para sobrevivir -si los mecanismos no son ágiles- a una unilateral moratoria de pagos. Y los avales del estado a la banca no son fáciles de concretar. Por eso en el mundo empresarial se empieza a pedir una moratoria de pagos a 90 días, al menos de los impuestos, cotizaciones, créditos e hipotecas. Sería retrasar -no anular- las obligaciones hasta alcanzar cierta normalidad. Una moratoria reglada es mejor que otra en desbandada.

Pero la moratoria podría generar un disparo provisional y aparente del déficit superior al que Europa está considerando. Y sin la UE -y el BCE- España no puede ir muy lejos. No deben ser solo los estados nacionales sino la propia UE -Merkel sabe que Alemania sola no es suficiente- la que ya de entrada debe tener que una actitud más enérgica ante una crisis descomunal. El sentimiento de los inversores sobre la eurozona ha caído en marzo, según el 'survey Zew', de un 10 positivo a un menos 49,5. Es indiscutible: hay que actuar con urgencia y decisión.

Miremos a América. El inefable Trump negaba la pandemia y proclamaba con su soberbia habitual que todo iba bien. En una semana se ha convertido -porque llueve y teme el castigo electoral en las presidenciales de noviembre- a proponer un paquete de más de 900.000 millones y a enviar a todos los americanos un cheque de 1.000 dólares para animar el consumo. Es la hora de Keynes y también de cierta heterodoxia.

Los mercados, que son la suma de los ahorradores de todo el mundo, siguen en estado de pánico. Este miércoles lo volvieron a demostrar. La UE -y el trípode Merkel, Macron, Pedro Sánchez puede ser clave- debe dar un firme paso adelante y coger el toro por los cuernos. Con más urgencia que el BCE de Mario Draghi el 2012.