IDEAS

Hacer cultura en casa

Teclado de ordenador

Teclado de ordenador / periodico

Xavier Bru de Sala

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Habrá un antes y un después del coronavirus. Poco conocido, el austriaco Ernst Fischer fue uno de los primeros en teorizar, en su libro de mayor circulación, 'La necesidad del arte'. El título es el mensaje. Fischer, destacado comunista con ideas propias, es decir heterodoxas, condenaba la cultura como instrumento de propaganda política y defendía, sacrilegio en Oriente y Occidente, la capacidad de todos los seres humanos para producir formas artísticas. También la imperiosa necesidad personal y universal de poner en práctica sus facultades de hacer arte. Podríamos aprovechar el confinamiento para darle la razón, sobre todo cuando ya no sepamos qué más consumir o nos cansemos de las omnipresentes pantallas.

El confinamiento puede poner a prueba la imperiosa necesidad universal y personal de hacer arte

Si se hubiera generalizado entre nosotros la formación musical como en latitudes más hiperbóricas, no pocas familias podrían formar duetos, tercetos o cuartetos instrumentales. Si no hubiéramos perdido por desidia personal la práctica de dibujar que muchas escuelas propiciaban, también podríamos intentar coger papel y colores en solitario. Las actividades creativas no se acaban nunca. No hay nadie que no posea inclinaciones hacia una u otra forma de arte. Es imposible caparlas, no taparlas, y todo lo tapado se puede destapar. La existencia de genios no será razón para abstenerse hasta el día que la humildad esté reñida con la propia expresividad. No importa el resultado sino el hecho de sentirnos crear algo. Leer puede seducir, pero escribir tal vez cautive más. Todo es empezar.

El impedimento es el miedo al diálogo con uno mismo. Por eso, porque es más fácil, preferimos evadirnos antes que observarnos, y aún menos con ojo crítico. Pero si nuestros sabios consejeros, tuiteros o no, nos proponen alejar el miedo, no la precaución que es eufemismo del mismo miedo, les podríamos hacer un poco de caso empezando por echar un vistazo al propio interior y abrirle alguna compuerta, a ver qué sale. Seguro que después del virus los museos, las salas de concierto y las librerías lo agradecerán.