Dos miradas

Sacrificio real

El Rey no tiene muchas más salidas que entregar a su progenitor al sacrificio. O, lo que es lo mismo, a rendir cuentas ante los tribunales. Al fin, esto va de institución, no de familia

El rey Felipe VI renuncia a su herencia personal

El rey Felipe VI renuncia a su herencia personal. / periodico

Emma Riverola

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El más implacable enemigo de la monarquía es el tiempo. De los faraones y los reyes feudales ya solo quedan monumentos de piedra. Quizá seguimos siendo vasallos, pero de imperios sin cetros ni fronteras. La Corona, todas las coronas, tienen fecha de caducidad, solo se trata de gestionar la deconstrucción del mejor modo. En eso andan las monarquías parlamentarias. Tratando de encontrar la combinación entre la utilidad al país, la representación y la pervivencia del vínculo emocional con los ciudadanos a través de su carácter simbólico.

El papel que Juan Carlos I jugó en la Transición en favor de la democracia (empujado o no por sus intereses) se ha ido arrugando y perdiendo lustre hasta convertirse en una bola que ha impactado de pleno en el rostro de su heredero. Ahora, Felipe VI ha querido soltar lastre con contundencia. ¿Acabará hundiéndose con su padre? Del mismo modo que Juan Carlos I parece haber buscado el escudo del hijo, este no tiene muchas más salidas que entregar a su progenitor al sacrificio. O, lo que es lo mismo, a rendir cuentas ante los tribunales. Al fin, esto va de institución, no de familia.