Diálogo entre el Gobierno de España y la Generalitat

Una solución es más que una salida

El independentismo tendrá que dar luz verde a las iniciativas defendidas por el socialismo catalán, de igual manera que el PSOE y PSC no deberán torpedear las postuladas por el republicanismo

indepe

indepe / MONRA

Joan Tardà

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Hace unos años, cuando en Catalunya aún no estaba presente una mayoría parlamentaria independentista, Felipe González manifestó en sesión pública que la independencia de Catalunya era un objetivo imposible. Y cuando se le preguntó qué pasaría si algún día existiera una mayoría clara que la quisiera, respondió con un "también". Cierto es que lo que antes se podía despachar con afirmaciones taumatúrgicas y argumentarios precocinados sobre pretendidas fortalezas de un Estado autonómico español que poco tenía que envidiar a los Estados federales, hoy suena estrafalario.

Más bien al contrario, se ha evidenciado el callejón sin salida en que se encuentra el sistema democrático español a cuenta de la demanda de la sociedad catalana de ejercer el derecho a la autodeterminación, presente en el conjunto del catalanismo desde 1971 a través del tercer punto de la Assemblea de Catalunya de reclamación de un Estatut d'Autonomía como paso previo a ejercerlo. Con todo, bunquerizadas tras un marco constitucional de hormigón, izquierda y derecha españolas optaron por la inhibición ante lo que se estaba fraguando desde Catalunya. Y pocas voces se oyeron sobre la necesidad de 'encontrar una salida' que permitiera culminar lo que había quedado en el cajón de la Transición. Déficits arrastrados e incrementados, además, a raíz de las consecuencias nefastas del golpe de Estado de Tejero para el inicio de reconciliación del conflicto secular entre Catalunya y España que había supuesto el apoyo mayoritario del catalanismo a la Constitución.

Diálogo y negociación

El pensamiento político constitucionalista español hoy en día se encuentra emparedado entre quien ha optado por mantenerse en la regresión democrática y los que se sienten llamados a 'encontrar una salida', hoy instalados en el Gobierno de España, lo que explica la aceptación del escenario de diálogo y negociación impulsado por ERC, que aporta, a pesar del tacticismo y/o el oportunismo mostrado por Junts per Catalunya con la voluntad clara de debilitar al republicanismo, un soplo de energía para el independentismo. Prueba de ello es, por un lado, el reconocimiento de la existencia de un conflicto político que inevitablemente expulsará las tesis represivas, deberá abrir la vía de la desjudicialización y allanará el camino hacia la amnistía. En segundo lugar, la aceptación de que cualquier hipotético acuerdo deberá pasar por las urnas, que, más allá de constatar lo sustancial en democracia de que nada puede permanecer ajeno al sufragio, apunta a la imprescindibilidad de un referéndum de convalidación.

No obstante, el Gobierno español deberá desembarazarse del imaginario felipista, porque el éxito solo podrá lograrse si se asume sin complejos que el objetivo es 'construir una solución' y no 'encontrar una salida', aunque deban explorarse terrenos ignotos. De ahí, la importancia de no 'contaminar' la mesa de diálogo entre gobiernos con todo lo que atañe a las funciones de la comisión bilateral entre las administraciones central y autonómica en cuanto a traspasos competenciales estatutarios e inversiones, de igual manera que las relaciones entre partidos políticos independentistas y constitucionalistas también deben tener sus exclusivos canales en el marco de las relaciones entre grupos parlamentarios.

Participar de la solución del otro

Efectivamente, la función de la mesa de diálogo debe encarar el reto de 'construir la solución', para lo cual será imprescindible que ninguna parte pueda vetar la opción ajena. El éxito, en definitiva, solo podrá venir de la praxis del no bloqueo en la medida en que no puede ignorarse el principio de realidad que expresan los datos electorales.

En definitiva, desbrozar caminos paralelos, participando cada una de las partes en la solución del otro (de ahí la trascendencia de sobre quién recaerá la próxima presidencia de la Generalitat, cómo se configurarán las mayorías parlamentarias en la próxima legislatura , así como las ponencias que se puedan abrir). 'Construir la solución', en definitiva, obligará al independentismo a dar luz verde a las iniciativas defendidas por el socialismo catalán, de igual manera que PSOE y PSC no deberán torpedear las postuladas por el republicanismo. En definitiva, un cruce de colaboraciones, a modo de 'compromiso histórico' entre las izquierdas al entender que, por diferentes que sean los objetivos, los unos son parte de la solución de los otros. Y al revés.

En conclusión, profundizar en la democracia como catalizador de la resolución del conflicto, razón por la cual el republicanismo debe acabar de superar el nacionalismo, y el socialismo, a su vez, además de enterrar el imaginario inmovilista perpetuado por Felipe González, deberá asumir como inevitable no vetar la inclusión de la opción de hacer efectiva la independencia.