Conferencia de Seguridad de Múnich

Perdiendo el Oeste

Las discrepancias cada día más explícitas entre EEUU y Europa, la creciente desconfianza entre los tradicionales socios trasatlánticos y el imparable ascenso de China han agudizado la sensación de fin de una era

La portavoz de la Cámara de Representantes de EEUU, Nancy Peloosi, en la conferencia de Munich.

La portavoz de la Cámara de Representantes de EEUU, Nancy Peloosi, en la conferencia de Munich. / periodico

Cristina Manzano

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Cada año en febrero la Conferencia de Seguridad de Múnich reúne en la apacible ciudad bávara a la crema del poder mundial. El ambiente de las últimas ediciones ha sido más bien sombrío, con un mundo en el que las desavenencias entre bloques y entre antiguos aliados ocupan un lugar cada vez más preeminente. Por si fuera poco, la que se ha celebrado hace unos días lo hacía bajo un título un tanto apocalíptico (y de difícil traducción): Westlessness. Sin Oeste. Sin Occidente.

Desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca, las discrepancias cada día más explícitas entre Estados Unidos y Europa, la creciente desconfianza entre los tradicionales socios trasatlánticos, el cuestionamiento del sistema multilateral que ha ordenado el mundo en las últimas décadas y el imparable ascenso de China (aunque ahora haya tropezado con un peligroso virus) han agudizado la sensación de fin de una era. Pero ¿estamos de verdad asistiendo al declive definitivo del orden occidental?

Según Mike Pompeo, secretario de Estado norteamericano, claramente no. Él, que como su jefe concibe solo relaciones de ganadores o perdedores, afirma tajantemente que Occidente está ganando. Se refiere, sobre todo, a la 'pelea' tecnológica con China, en general, y por el dominio del 5G, en particular. Y ha vuelto a 'avisar' a los países europeos de la necesidad de tomar partido en esta batalla.

Mientras, la Unión Europea se hace de rogar. Por una parte, no está dispuesta a dejar de defender los valores universales de la democracia y la economía de mercado, pero no le gustan los modos 'macarras' de Estados Unidos. Por otra, ha llegado ya (o casi) a la convicción de que la relación trasatlántica nunca volverá a ser la misma y de que debe avanzar en eso que los ideólogos comunitarios han bautizado como “autonomía estratégica”. A ello se suman los intereses de todo tipo que están en juego en la propia relación con el país asiático. De hecho, Boris Johnson hizo un pequeño regalo a la Unión justo antes de abandonarla al no vetar a Huawei en el despliegue del 5G en Reino Unido.

El papel de la UE en el mundo

En medio, la ciudadanía europea es partidaria de no tener que elegir en la disputa China y Estados Unidos y permanecer neutral, según demuestran varias encuestas y estudios.

Sobre el papel, es una gran oportunidad para que la UE revise el lugar que quiere ocupar en el mundo y, de paso, contribuir al rediseño de ese nuevo orden que viene. Un papel en el que los valores, la defensa de los derechos humanos, del medio ambiente y de un sistema abierto, prevalezcan sobre el regreso de un poder duro.

Sobre el papel. Un halo de escepticismo rodea cualquier plan que se presente hoy en relación con el futuro de la Unión Europea. Comprensible si se aprecia la envergadura de los desafíos. Pero hay una oportunidad innegable que necesita, sobre todo, una buena dosis de confianza. Si los europeos son capaces de creer en sus propuestas, de seguir apostando por un mundo en el que los valores sigan ocupando un lugar, habrá Occidente para rato.