Nuevos debates

Derribar

No ha sido casual que en las últimas elecciones europeas el bipartidismo se rompiera y que los verdes salieran reforzados. Tampoco la fuerza con que se reclama ahora el Green New Deal

Demostración de los 'Fridays for Future' en marzo del 2019 en Berlín

Demostración de los 'Fridays for Future' en marzo del 2019 en Berlín / Christoph Soeder (AFP)

Ricard Ustrell

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En Francia ha surgido un debate interesante sobre la tauromaquia que ha obligado a los candidatos a hablar de ello en la campaña de las elecciones municipales -lo que no había pasado en los últimos años-. Esta es una práctica denunciada hace años por la Alliance anticorrida en municipios como Nîmes, Béziers o Carcassona, pero que ahora hace su efecto.

Una encuesta importante de Ifop, publicada en enero, decía que el 59% de los franceses estarían dispuestos a votar por un candidato verde y, de entre los jóvenes de 18 a 24 años, lo harían un 74%. El informe concluía que tres cuartas partes de los encuestados prohibirían la tauromaquia en Francia. El debate está tan presente que hay candidatos que se quejan de que esté monopolizando la opinión pública y no se pueda hablar de otros temas. Una situación que se ha producido ahora porque la constancia de los movimientos mundiales en contra el cambio climático han logrado agendar en las primeras planas debates que hasta ahora eran marginales y apagados mediáticamente.

No ha sido casual que en las últimas elecciones europeas el bipartidismo se rompiera y que los verdes salieran reforzados -en Alemania decían que el verde era el nuevo rojo-. Tampoco la fuerza con que se reclama ahora el Green New Deal. Ni el contraataque, veremos hasta dónde, de Bernie Sanders en EEUU. Ni el surgimiento de los movimientos Fridays for future y el agujero que han llenado las muchas Greta Thunberg del mundo. Todo ello llega y conecta con las protestas que ha habido en el 2019. Es el fin de la inocencia y la urgencia de revisar la relación entre el ciudadano y las administraciones para acabar con la frustración y la vieja costumbre, representada por un alto porcentaje de mediocridad.

"¿Son animalistas? ¿Pacifistas? ¿Jóvenes sin trabajo?", se preguntan. Es más fácil. No quieren ni toros, ni coches, ni fondos buitre que expulsen a familias de su casa por no poder pagar el alquiler a fin de mes. Quieren derribar los edificios altos que hay frente a la costa para poder ver, clara y nítidamente, el horizonte, lo que separa el azul del cielo del azul del agua del mar.