Análisis

Coronavirus: agárrense que vienen curvas

Igual que la mayoría de víctimas padecían patologías previas, la economía que ahora suma indicadores negativos tampoco estaba tan bien como se quería hacer creer

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Benjamí Anglés

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Cada día recibimos <strong>una avalancha de información sobre la expansión del Covid19 y sus efectos en las personas y la economía. </strong>Ahora bien, al igual que se informa que la mayoría de víctimas padecían patologías previas, dando a entender que las personas enfermas son mucho más vulnerables, se podría afirmar que la suma de indicadores económicos negativos de las últimas semanas demuestran que la economía mundial no estaba tan bien como se creía o se quería hacer creer, y es que el nuevo virus está destapando la realidad de una economía que seguía en crisis.

Las bolsas de todo el mundo han sido las que más han acusado los efectos de esta epidemia, con caídas históricas provocadas por la huida de los inversores más impacientes hacia valores más seguros como el oro o los bonos. Ni bitcoin se ha salvado esta vez y se ha deshinchado cual valor especulativo, que es en lo que se ha convertido. Pero tras estas caídas subyace algo peor, el anunció del fin de la burbuja tecnológica que ha mantenido artificialmente al alza los mercados bursátiles en los últimos años. En estos momentos, tenemos empresas cuya capitalización en bolsa está por debajo de su valor real, mucho más atractivas para los inversores tradicionales, junto a unas compañías punto.com que se encuentran sobrevaloradas y, por tanto, expuestas a una inminente corrección.

También el desplome del precio del petróleo ha sido histórico, bajando un 30% en muy poco tiempo. Efectivamente, la caída de la demanda a nivel mundial por el coronavirus sería la causa directa de la bajada del precio, no obstante, la falta de acuerdo de los países productores para reducir la producción y atajar dicha caída en realidad está haciendo visible la guerra que existe desde hace tiempo para controlar el mercado del crudo. Por una parte está Arabia Saudí, fiel aliado de los Estados Unidos que no quiere perder su papel de máximo productor mundial, y por otra Rusia que quiere arrebatarle el primer puesto y tomar el control. 

Por otra parte, uno de los sectores más afectados está siendo el del turismo. La cancelación de todo tipo de eventos, junto a las órdenes de confinamiento y las restricciones para entrar en algunos países han provocado la masiva cancelación de viajes, frenando en seco uno de los principales motores del intercambio económico mundial, y situando al borde del colapso a muchas de las empresas del sector. Evidentemente, los países más dependientes del turismo serán los más afectados, aunque de momento esto solo ha hecho que empezar; ya veremos que sucede cuando lleguen las vacaciones de Semana Santa o del próximo verano.

Y ante todos estos problemas, los Estados y sus bancos centrales se ven atrapados en sus políticas de haber mantenido los tipos bajos durante tanto tiempo y ahora no saben cómo afrontar esta nueva crisis, pues disponer de dinero casi gratis cuando la deuda pública y privada son insostenibles ya no es la solución para reactivar la economía. O sea que, señoras y señores, agárrense que vienen curvas.