Opinión | Editorial

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Gobernar en coalición

La falta de experiencia y el hecho de competir por el mismo electorado hace casi inevitables las discrepancias y desencuentros

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Gobernar en coalición nunca es fácil, y más si se carece de experiencia. Ahora mismo, los Ejecutivos de España y de Catalunya son de coalición y en ambos se producen descoordinaciones, desencuentros y discrepancias. La diferencia es que en el de España han aparecido muy pronto, cuando solo lleva menos de dos meses de funcionamiento, y en el Consell Executiu han tardado más en explicitarse – las discrepancias de fondo existen desde la formación, hace casi dos años– y parecen más graves.

Las divergencias entre ERC y Junts per Catalunya (JxCat) son casi tan antiguas como el ‘procés’, se agudizaron tras los hechos de octubre del 2017 y se han ido agravando durante la presidencia de Quim Torra. Sin embargo, ERC siempre se había resistido a expresar en público sus discrepancias y al final admitía las presiones procedentes de la posconvergencia, como ocurrió con la dura campaña de descalificaciones para forzar a Oriol Junqueras a aceptar la lista de Junts pel Sí para las elecciones autonómicas del 2015. Es solo un ejemplo. Más recientemente, la tensión parecía haber llegado a un punto de no retorno el 29 de enero, día en que Torra declaró la legislatura «agotada», acusó a ERC de «desleal» y anunció la convocatoria de elecciones, sin fecha, unas vez aprobados los Presupuestos de la Generalitat.

Esquerra interpretó que Torra se apropiaba del acuerdo de los Presupuestos, en el que prácticamente no había intervenido, pero siguió callando. Hubo de pasar el mitin de Carles Puidemont en Perpinyà, con furibundos ataques a la mesa de diálogo, en la que participan además cuatro delegados del ‘expresident’, para que ERC estallara el pasado miércoles en el Parlament, donde el portavoz, Sergi Sabrià, denunció los ataques a una mesa en la que se participa. En ese pleno, Torra responsabilizó al presidente del Parlament de la retirada de su escaño y echó en cara a ERC la actitud de «ir con el lirio en la mano» en lugar de exigir, como hace él, una fecha para el referéndum de autodeterminación. La situación ha llegado a un punto en que lo mejor sería que se convocasen elecciones cuanto antes.

En el otro frente, el PSOE y Unidas Podemos (UP) han protagonizado una semana repleta de recriminaciones en público de unos a otros sobre la ley de libertad sexual después de unas primeras discrepancias sobre inmigración y el conflicto del campo. El desencuentro provocó que se adelantara al viernes una reunión de coordinación de ambos partidos prevista para esta semana. En ella, el PSOE y UP declararon que lo sucedido no volverá a ocurrir. Lo sucedido ha sido no solo por falta de experiencia –UP está ahora transformándose en un partido como los demás–, sino porque ha podido más el deseo de apuntarse un tanto que la necesidad de preparar las leyes conjuntamente y teniendo en cuenta a todos los ministerios implicados. El PSOE y UP, como ERC y JxCat, compiten por el mismo electorado, lo que complica gobernar en coalición y hace que se imponga el escepticismo cuando se promete que no volverá a pasar.