IDEAS
El virus y la literatura
Es curioso que, ante la amenaza real de la pandemia, con todo el bagaje de siglos de leyendas, miedos y amenazas apocalípticas, en estos momentos buscamos el refugio de la ficción
Jordi Puntí
Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
Las noticias cuentan que en Francia la epidemia del coronavirus ha traído un aumento notable de las ventas de la novela 'La peste', de Albert Camus. El fenómeno se puede entender porque es un país que aún confía en la lectura, especialmente de sus clásicos modernos. Que yo sepa, a nadie le ha pasado por la cabeza volver a leer la novela 'Epidemia', del creador de 'best-sellers' médicos Robin Cook. En todo caso, quien busque el subterfugio de la literatura para huir de la amenaza, siempre puede volver al 'Decamerón', de Boccaccio, en la que siete chicas y tres chicos ocupansu aislamiento por culpa de la peste negra en Florencia, en 1348, contándose historietas ejemplares. Y ahora hace cien años, la gripe española dejó más de 20 millones de muertos en todo el mundo, una cifra brutal, y por lo tanto es inevitable que esta pandemia también se asome a la literatura, incluso la de carácter realista. Por ejemplo en novelas como 'Vinieron como golondrinas' (1937), de William Maxwell, o 'Pálido caballo, pálido jinete' (1939), de Katherine Ann Porter.
El otro fenómeno de estos días asociado al coronavirus, más masivo, es que la película 'Contagio' (2011), de Steven Soderbergh, se ha convertido en una de las más compradas a las plataformas de cine online, tipo HBO. Es curioso que, ante la amenaza real de la pandemia, con todo el bagaje de siglos de leyendas, miedos y amenazas apocalípticas, en estos momentos buscamos el refugio de la ficción. En cierta forma damos la razón a Susan Sontag, que en ensayos como 'La enfermedad y sus metáforas' y 'El sida y sus metáforas' reprochaba a la sociedad que vea las enfermedades como misterios de la naturaleza, sobre todo mientras no se encuentre una cura con éxito, y no como lo que son: procesos biológicos que necesitan un tratamiento.
En todo caso, en esta telaraña de metáforas que desdibujan la naturaleza real de la enfermedad, Sontag salvaba precisamente 'La peste', de Albert Camus, porque su tono es “distanciado, estoico, alerta”. No se debe leer como alegoría política, nos decía, sino que la peste es “la irrupción de la muerte que da seriedad a la vida”. Leerlo no nos curará, pero quizá nos dará argumentos para entender a los enfermos.
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