Las consecuencias económicas

Covid-19 y recesión, un cóctel letal

Esta es una crisis de oferta frente a la cual la política monetaria tiene efectos limitados

Un trabajador equipado con máscara para evitar el contagio por coronavirus se dispone a desinfectar un avión de Vietnam Airlines

Un trabajador equipado con máscara para evitar el contagio por coronavirus se dispone a desinfectar un avión de Vietnam Airlines / NHAC NGUYEN / AFP

Antón Costas

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Banqueros centrales, economistas y analistas están pidiendo a gritos que los gobiernos intervengan de forma rápida y decidida para cortar de raíz cualquier posibilidad de que las grandes economías de China, EEUU y la Unión Europea puedan entrar en recesión como consecuencia de la extensión del contagio por el virus Covid-19.

La combinación de una pandemia con una recesión económica sería un cóctel letal. No solo por sus consecuencias económicas y sociales, sino también por sus efectos políticos devastadores sobre nuestras democracias. Ese cóctel sería un caldo propicio para la expansión del populismo autoritario y el nacionalismo xenófobo de extrema derecha.

La pregunta es, por tanto, qué tienen que hacer los gobiernos y las autoridades monetarias para evitar una recesión económica.

Evitar el pánico

La primera trinchera es la política monetaria de los bancos centrales. Sus responsables se han mostrado dispuestos a intervenir. De hecho, el banco central de China lo está haciendo desde hace semanas. Y la Reserva Federal norteamericana lo hizo el jueves pasado al decidir un fuerte <strong>recorte </strong>de la tasa de interés, de 0,5 puntos porcentuales, que aplica a sus operaciones de crédito. Sin embargo, la intensidad y la forma sorpresiva con la que ha actuado ha provocado una cierta inquietud entre los analistas y en los mercados. Es el mayor recorte de tipos de interés desde el 2009, cuando la economía estaba entrando en la 'gran recesión' provocada por la crisis financiera del 2008. Y se ha adoptado fuera de las reuniones normales del comité donde se toman esas decisiones, cosa que no ocurría desde el 2008. Estas circunstancias llevan a preguntarse a los analistas e inversores si la Reserva Federal sabe cosas que los demás desconocen.

Mi impresión es, sin embargo, que la Reserva Federal ha querido evitar que se produzca un 'momento de Minsky', una situación de pánico en las bolsas de valores que lleve a los inversores a vender de forma precipitada para intentar reducir las pérdidas, provocando de esa forma un colapso del sistema financiero y del crédito.

Ahora bien, con ser necesaria, la intervención de los bancos centrales no es suficiente para conjurar la recesión. Lo advirtió el presidente del banco central norteamericano, Jerome H. Powell, al presentar esa medida. “El recorte de tipos no reducirá la tasa de infección. Ni tampoco arreglará las cadenas de suministro que se han roto. Somos conscientes de ello”, afirmó. Lo que está diciendo es que esta es una crisis de oferta frente a la cual la política monetaria tiene efectos limitados.

La segunda trinchera contra la recesión es la política de los gobiernos. Tienen que intervenir para compensar los daños que el coronavirus puede causar a la renta disponible de los hogares y a los ingresos de las empresas.

Pero hay una tercera trinchera que es la más eficaz para conjurar una recesión. Es dotar a los sistemas sanitarios de medios técnicos y humanos para contener la propagación del virus. Si el sistema sanitario se ve desbordado, la única opción será el cierre masivo de empresas y de centros educativos y el confinamiento de la población en sus casas.

Eliminación de la pobreza

Las ciudades y pueblos se convertirían entonces en enormes lazaretos, como los que se utilizaban en siglos pasados contra enfermedades infecciosas como la lepra o la tuberculosis. Grandes recintos, especialmente en los puertos, donde se recluía a la gente portadora del virus, o susceptible de estar infectada, sin ningún tipo de cuidados médicos ni salubridad.

La situación que estamos viviendo debería llevarnos a recordar que las pandemias no son 'actos de Dios', es decir, castigos por algún tipo de pecado que hemos cometido, como propagan algunas sectas. Tampoco son señales que envía la Providencia para recordarnos lo efímera y circunstancial que es nuestra existencia en la Tierra. Ni son eventos aleatorios inevitables que provoca la naturaleza. Con las pandemias sucede lo mismo que con el calentamiento global, son cosas provocadas por los hombres.

Las pandemias reflejan las condiciones de vida de la gente y sus formas de relación. Si el crecimiento económico de los países no viene acompañado de la eliminación de la pobreza y de buenos sistemas sanitarios y de salud, tarde o temprano aparece algún tipo de pandemia. Esto es algo que han de tener en cuenta los gobiernos, especialmente el de China.

Si en las sociedades desarrolladas occidentales, sobre todo en Estados Unidos, no se frena el contagio, es inevitable una recesión. Y, como acabo de señalar, ese es un cóctel letal para la economía, la sociedad y la democracia