Reuniones en la Moncloa

Sánchez no tiende la mano

El presidente del Gobierno ha desarrollado una ingeniosa 'metodología' para que sus visitantes queden postrados al saludarle

Pedro Sánchez recibe a Pablo Casado en La Moncloa

Pedro Sánchez recibe a Pablo Casado en La Moncloa / periodico

Matías Vallés

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La <strong>cumbre Sánchez/Torra</strong> o viceversa en La Moncloa se ha diseccionado de lo mayúsculo a lo minúsculo. Un titular de consenso para ese intercambio de fluidos en tiempos de coronavirus sería “Sánchez tiende la mano”, salvo que es literalmente falso. Se intentará demostrar que el presidente del Gobierno ha desarrollado una ingeniosa 'metodología', por utilizar una palabra presente en el documento emanado de la reunión, para que sus visitantes queden postrados al saludarle. 

El procedimiento consiste muy brevemente en no extender la mano, sino en conservarla en posición horizontal a la altura de la cintura del propio cuerpo. Este gesto no solo facilita que se intuyan los abdominales presidenciales. Persigue sobre todo que el saludado, en la terminología de Pla, se vea obligado a alargar su extremidad superior más de lo previsto para no invadir la intimidad de Sánchez, hasta alcanzar la mano que se le esquiva juguetona. En esta maniobra extensiva, el interlocutor pierde centímetros de estatura que se traducirán en una disparidad en la fotografía. Aparece prácticamente agachado, el metro noventa del presidente hará el resto. 

Este apretón de manos recibido que no ofrecido funciona exquisitamente con Pablo Casado, que casi se sale del marco de la imagen por la parte inferior. El ritual también se desarrolló en el portalón de La Moncloa con Torra, más alto pero que aumentó su curvatura para alcanzar la mano retenida por su antagonista. El resultado gráfico es la viva imagen del "pedigüeño" que Aznar denunciaba en el Felipe González de gira por Europa, antes de que ambos fueran los mejores amigos. La 'grandeur' está en los detalles, como Mitterrand ordenando a su chófer que ocultara el coche oficial en un recodo de la carretera para ser el último en llegar a las cumbres de Jefes de Estado. Por tanto, el perfeccionamiento del saludo retenido de Sánchez reforzará su talla entre los estadistas del planeta. Por lo menos, hasta que se encuentre con un rival que también le hurte la mano al saludo.