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Una muy buena sorpresa

El triunfo del moderado Biden frente al radical Sanders hace más posible que Donald Trump no logre su segundo mandato

Ilustración de Leonard Beard

Ilustración de Leonard Beard / periodico

Joan Tapia

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Muy distintos ‘inputs’ informativos inclinan a cierto desánimo: el boicoteo de la derecha y del puigdemontismo al incipiente diálogo sobre Catalunya; las negativas consecuencias -también económicas- del coronavirus que hacen que la OCDE pida un keynesianismo global, algo que sería acertado, pero es casi imposible; el difícil reto de encauzar la inmigración a la UE con las tristes imágenes de Lesbos y la <strong>frontera greco-turca</strong>

Joschka Fischer, el exlíder de los verdes alemanes que fue ministro de Exteriores, y el liberal ‘The Economist’ añadían pesimismo los últimos días analizando la muy posible reelección de Trump en noviembre. Para Fischer, otros cuatro años de Trump tendrían “desastrosas consecuencias y la seguridad y soberanía de Europa estarían en peligro”.  Y el 'Economist' afirmaba que un duelo Trump-Sanders para la presidencia sería una terrible pesadilla y llevaría a la reelección del presidente. Hemos visto cómo en Gran Bretaña, Boris Johnson, un populista y nacionalista de derechas, ha infligido una gran derrota a Jeremy Corbyn, un populista de izquierdas que reniega de la tradición templada del laborismo. Y para el 'Economist', el programa de Sanders es incluso más radical que el de Corbyn.

Pero la sorpresa del 'supermartes' demócrata fue una muy buena noticia. Ahora es posible que el candidato demócrata sea Joe Biden, del ala centrista del partido y vicepresidente con Obama. Y la posibilidad de que un demócrata moderado venza a Trump es mucho mayor que la que tendría un radical que protesta contra las desigualdades pero excusa a dictadores de izquierdas y no conecta ni con el americano medio ni con los indecisos entre demócratas y republicanos.

¿Por qué Biden, al que muchos analistas daban por muerto, como representante del pasado (en realidad tiene menos edad que Sanders), ha cambiado la ecuación de las elecciones? Primero por su gran victoria el sábado en las primarias de Carolina del Sur en las que logró -gracias al apoyo de un congresista clave de color- la gran mayoría del voto negro, muy mayoritario entre los demócratas del estado. Biden no era ya solo un exvicepresidente sino alguien capaz de ganar y movilizar a sectores relevantes del voto demócrata. Y al conseguir entre el sábado y el mismo martes -dicen que por intercesión de Obama- la retirada de otros dos bien calificados candidatos centristas se convirtió en la alternativa a Sanders y en el voto útil contra Trump. Los demócratas han visto una oportunidad y se han inclinado por Biden, pese a que no había hecho campaña en muchos de los 14 estados que votaron el martes.

El exvicepresidente ganó en los estados del Sur pero también en importantes estados del Norte, donde venció a Elisabeth Warren

Biden ganó en nueve. En estados del Sur como Virginia, Carolina del Norte o Alabama, pero también en otros del Norte como Massachusetts, donde derrotó a Sanders y a Elisabeth Warren, senadora del estado. Y aunque perdió -sin ser humillado- en California, el estado que aporta más delegados, ganó en Texas, el segundo en delegados. Ahora Biden ya tiene bastantes más delegados que Sanders, aunque aún está lejos de los 1.991 que necesitará en la convención del 5 de junio de Milwaukee.

Biden puede ser candidato y ganar a Trump, que le teme y por eso se metió en el charco de Ucrania. Y que Biden fuera el próximo presidente de los Estados Unidos cambiaría muchas cosas.

También es positiva la retirada del multimillonario Bloomberg. Por muchos que sean sus méritos, el ganador no debe ser quien tenga más 'cash' para poner anuncios (se ha gastado 500 millones de dólares). El dinero cuenta, pero no puede comprar el cargo con más poder de todo el mundo.