EL ACTO DE PERPINYÀ

Junqueras, 'oh là là'

Puigdemont abona el escepticismo respecto del diálogo, mientras el líder de ERC insiste en la bondad de la fórmula

El líder de ERC, Oriol Junqueras, sale de la prisión de Lledoners para ir a trabajar a la universidad.

El líder de ERC, Oriol Junqueras, sale de la prisión de Lledoners para ir a trabajar a la universidad. / periodico

Jordi Mercader

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Oriol Junqueras también habló en la concentración de <strong>Perpinyà</strong>, aunque su mensaje pasó desapercibido por la fuerza de la 'chanson de geste' que Carles Puigdemont regaló a la multitud desplazada para celebrar la condición de eurodiputados de los candidatos de JxCat, una victoria provisional. El presidente de ERC aprovechó para precisar dos cosas. La primera, recordó que él forma parte del 15% de independentistas que eran calificados de ilusos por muchos de los advenedizos, algunos en primera fila del acto. La segunda, fijó su objetivo para la negociación: doblegar al Estado.

La pretensión de buscar la rendición de una de las partes casa mal con la aspiración sincera de alcanzar un acuerdo con dicha parte. No parece un buen augurio para la negociación, a menos que Junqueras pretendiera tan solo endulzar sus palabras ante una audiencia poco predispuesta a aplaudirle; extremo que no debería escandalizar: todos los protagonistas han dicho una cosa y la contraria en estos últimos tiempos. De ser su posición real, la formulación se parece demasiado a las ofertas de Puigdemont a Mariano Rajoy en su día: sentémonos para fijar pregunta y día para el referéndum o hablemos de cómo implementar el 1-O. Una visión muy peculiar de la negociación, tan inútil como fue la apuesta del 155 como solución.

El objetivo de la mesa es buscar un acuerdo para acabar con el conflicto político que pueda ser aceptado por una amplia mayoría de los catalanes, que respete el ordenamiento jurídico y que pueda ser sometido a consulta de los catalanes. Solo en Vox y en el PP se atreven a deducir, por conveniencia alarmista, que el Gobierno Sánchez esté dispuesto a tratar con la Generalitat la vía para destruir España.

La presidenta de la ANC, en cambio, no se lleva a engaño y ha advertido de que el diálogo aleja a los independentistas de la <strong>independencia</strong>. La credibilidad del diálogo dependerá de la revelación de las primeras e inevitables renuncias recogidas en la hoja de ruta de las conversaciones; el riesgo que supone este detalle explica que no se divulgue hasta después de las elecciones catalanas y de haberse votado los Presupuestos Generales del Estado.

Gesticulación preelectoral

Según Perpinyà,  Puigdemont y Junqueras no estarían tan lejos (políticamente) como pudiera hacer creer la gesticulación preelectoral. El expresidente pronunció las palabras más cautas sobre la negociación de las escuchadas allí: "Nos convienen todos los caminos que nos lleven a la república". El exvicepresidente pretendería torcer la voluntad del Gobierno central para alcanzar dicha república. La diferencia es que Puigdemont abona el escepticismo respecto del diálogo, quizá como argumento transitorio, y Junqueras insiste en la bondad de la fórmula, seguramente como argumento electoral diferenciador.

Las dos posiciones se reencuentran diariamente en la glosa de la unilateralidad por haber permitido llegar hasta donde se ha llegado (inauguración de la mesa) y en la apelación a la movilización republicana como complemento de la negociación.