RESULTADOS ELECTORALES EN EL ESTADO HEBREO

Apuntes a vuelapluma sobre elecciones gatopardianas en Israel

Netanyahu llegó al poder para tomar el relevo y superar el mandato de Ben Gurion, fundador del Estado. Y lo ha hecho a lo grande

El primer ministro israelí en funciones, Binyamin Netanyahu.

El primer ministro israelí en funciones, Binyamin Netanyahu. / periodico

Itxaso Domínguez de Olazábal

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Los ciudadanos israelís votaron por tercera vez en menos de un año. Lo que todavía son resultados provisionales arrojarían luz sobre tendencias que se han venido consolidando en la arena política israelí y que conviene tener en cuenta a la hora de intentar dar sentido al contexto en la Palestina histórica. Haya cuartas elecciones o no, el status quo se consolida a la espera de un cisne negro o al menos una acción de la comunidad internacional.

Binyamin Netanyahu llegó al poder para tomar el relevo y superar el mandato de David Ben Gurion, fundador del Estado. Lo ha hecho a lo grande, independientemente de las imputaciones por corrupción y las acusaciones de radicalizar el escenario político. ‘Bibi’ prometió culminar lo que empezó Ben Gurion y su proyecto de anexión de partes de Cisjordania (con el beneplácito de Donald Trump) consolida lo que empezó a construirse en 1948, cuando para establecer el Estado de Israel se expulsó a 750.000 palestinos, y se cimentó en 1967, cuando no sólo se ocupó el resto del territorio sino que se articuló una política de hechos consumados para nunca tener que abandonarlo, mucho menos permitir la creación de un Estado palestino.

Unión ante el enemigo

Con el trasfondo de la ‘realidad de un Estado’ que la eventualidad de la anexión confirma, el conflicto palestino-israelí no ha dejado de ser objeto de invisibilización en la conversación pública. Si algo quieren los israelís es olvidar lo que ocurre al otro lado de la Línea Verde, y sus dirigentes políticos han cumplido. Las únicas excepciones las representan las escaladas con la Franja de Gaza, que contribuyen a alimentar el sentimiento nacionalista que alimenta esa necesidad de ignorar y justificar el sufrimiento tras el Muro, y mantiene unida a una sociedad extremadamente heterogénea frente al enemigo sempiterno.

Los ciudadanos palestinos de Israel se mantienen fuertes en las urnas, pero marginados en la arena política. Son la tercera fuerza en un escenario fragmentado en el que la coalición es inevitable, pero ni siquiera la ‘izquierda’ sionista en decadencia se planteó unir sus fuerzas a las suyas, en uno de los tabús más consagrados del país. Crearon la Lista Conjunta para evitar ser expulsados del sistema político; lo consiguieron con creces, logrando fusionar distintas sensibilidades e ideologías. Todo apunta a que, sin embargo, se limitarán a mantener la resistencia desde las mismas instituciones que los marginan. No es un éxito menor, pero crece el número de palestinos del 48 que se plantean si es la estrategia a seguir para transformar su futuro.

Casi cinco millones de palestinos en los territorios ocupados no pudieron votar, a pesar de estar sometidos a soberanía única israelí, en uno de los símbolos más flagrantes de la realidad de 'apartheid' que existe a lo largo y ancho del antiguo mandato británico. Ante las invocaciones crecientes de lucha por la igualdad de derechos, no podemos olvidar que corresponderá únicamente al pueblo palestino decidir en qué forma quieren ejercitar su derecho de autodeterminación. Quizás sea éste el cisne negro.