LA CLAVE

El polígrafo de ERC

Los republicanos miden centímetro a centímetro las ventajas y los peligros de permitir la aprobación de los presupuestos del Gobierno de Sánchez e Iglesias, y sobre todo el momento idóneo para hacerlo

Pedro Sánchez y Gabriel Rufián conversan en el Congreso.

Pedro Sánchez y Gabriel Rufián conversan en el Congreso. / periodico

LUIS MAURI

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El presupuesto es la espina dorsal de todo gobierno. Las cuentas públicas fijan la extensión y los límites de la acción gubernamental y, por encima de todo, determinan la identidad de sus políticas. El presupuesto es la prueba que confirma o desenmascara la ideología del gobernante. En qué, cómo y con qué prioridades se gasta o invierte el dinero; de quién y con qué proporcionalidad e intensidad se recauda. Esto y no cien mítines es la prueba del algodón de la política. Un polígrafo sin margen de error.

En realidad, el presupuesto es más que esto. Según la coyuntura, puede ser herramienta de presión, carta de negociación, objeto de deseo, fuente de recelo o botón nuclear.

El <strong>Gobierno de Sánchez e Iglesias</strong> necesita el plácet de Esquerra Republicana para sacar adelante su presupuesto. Hay que recordar que el rechazo de ERC a las cuentas de Sánchez fue, hace un año, la guillotina que decapitó la legislatura y condujo a la convocatoria electoral de abril del 2019.  Sin un presupuesto propio, la acción del Ejecutivo progresista seguirá constreñida por el corsé de las cuentas prorrogadas del 2018, confeccionadas según las prioridades del Gobierno derechista de Rajoy.

Cuestión de prioridades

Hay razones de peso para que ERC contribuya a su modo a la aprobación del nuevo presupuesto del Estado. La Generalitat recibiría cerca de 2.500 millones más con las cuentas de la ministra Montero, vitales para el apurado erario catalán. La Administración catalana podría poner fin a casi una década de parálisis que comenzó tras los severos recortes sociales de Mas. La apuesta por el diálogo para tratar el conflicto político catalán se consolidaría.  

Pero los republicanos también identifican peligros en la jugada. El primero, ser acusados de tibios -qué tibios: traidores- por el irredento <strong>Puigdemont </strong>en la batalla por la hegemonía en el bloque nacionalista. ERC desearía dejar resuelto antes el pulso electoral con JxCat. Sánchez ya contempla la posibilidad de aplazar el asunto para darle tiempo. El segundo no es baladí: en el momento en que se apruebe el presupuesto, ERC pierde el botón de demolición de la legislatura. Cuestión de prioridades.